Bandera
Una bandera es en sí misma un símbolo de naturaleza ficticia, puesto que un trozo de tela no puede encarnar a un país entero, sobre todo cuandouna buena parte de la población no se identifica con ella
Es tan básico que da vergüenza explicarlo. El pacto de la ficción
consiste en que el receptor de una narración asume la verdad que
encierra, aunque no deja de saber en ningún momento que es mentira.
Cuando Dani Mateo
hizo como que se sonaba los mocos con la bandera de España, estaba
representando una ficción. Se podrá considerar de mejor o peor gusto,
pero en ningún caso puede constituir una ofensa o un ultraje a nada ni a
nadie, porque aunque parecía verdad, era mentira y, por tanto, nunca
sucedió. Me resulta imposible creer que un juez español, con el
trabajo que cuesta aprobar esas oposiciones, ignore la naturaleza de las
representaciones. No cuestiono que alguien pueda sentirse
ofendido por una payasada, porque ya se sabe que hay gente para todo,
pero no es aceptable que la ley confunda la ficción con la realidad. Una
bandera es en sí misma un símbolo de naturaleza ficticia, puesto que un
trozo de tela no puede encarnar a un país entero, con todo su
territorio y sus habitantes, sobre todo cuando, como en España, una
buena parte de la población no se identifica con ella. Eso es así, les
guste o no a los jueces, ofenda o no a unos pocos policías. Ahora que en
el Congreso se habla tanto, y tan tontamente, de fascismo, deberíamos
meditar sobre el sentido que tiene convertir un trozo de tela en un
objeto sagrado de la religión de la patria. De momento, como estoy
segura de que el procesamiento de Dani Mateo es preventivo y tengo un
catarro terrible, discúlpenme, porque voy a sonarme los mocos con la
primera bandera que tenga a mano.
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