El plan de Macron y Piketty para resucitar a Europa no está funcionando: esta es mi alternativa
Bajo mi 'New Deal' Ecológico, se crearían 500.000 millones de euros al año sin aumentar los impuestos
Un plan que podría tentar al Reino Unido para que regrese al redil
Un plan que podría tentar al Reino Unido para que regrese al redil

Si el Brexit está demostrando que
abandonar la Unión Europea no se parece al camino prometido por los
euroescépticos británicos, los actuales apuros de Emmanuel Macron en
Francia demuestran que la lealtad ciega a Europa tampoco es viable. El
motivo es que la arquitectura de la Unión también es muy difícil de
desmontar, reformar y sostener.
La clase política británica está en el punto de mira, y lo merece, por el desastre que ha hecho con el Brexit. Pero el establishment de la UE se encuentra en aprietos similares por su estrepitoso fracaso a la hora de civilizar la Eurozona, con el espantoso resultado de una derecha xenófoba en crecimiento.
Macron era la última esperanza del establishment europeo. " Si no avanzamos,
estaremos decidiendo el desmantelamiento de la Eurozona", reconoció
durante su campaña como candidato a la presidencia (y terminar con la
Eurozona es el paso previo a terminar con la Unión). Sin miedo a entrar
en detalles, Macron definió entonces un programa minimalista de reformas
para salvar el proyecto europeo: un seguro común para los depósitos
bancarios (que terminaría con el aciago y crónico círculo vicioso de
bancos y estados insolventes); un tesoro común y bien dotado (que
financiaría inversiones paneuropeas y subsidios de desempleo); y un
parlamento mixto, con diputados nacionales y europeos (que daría
legitimidad democrática a todo lo anterior).
Desde
que salió elegido, el presidente francés ha intentado una estrategia en
dos fases: en la primera, el objetivo era "germanizar" el mercado
laboral y el presupuesto nacional de Francia (facilitando el despido de
los trabajadores al mismo tiempo que introducía nuevas medidas de
austeridad) para convencer a Angela Merkel, en la segunda fase, de sumar
a la clase política alemana en su programa minimalista de reformas para
la Eurozona.
Fue un error de cálculo espectacular, tal vez mayor aún al de Theresa May
cuando aceptó el enfoque europeo de dividir al Brexit en dos fases de
negociaciones: cada vez que Berlín consigue lo que quiere en la primera
fase de una negociación, los cancilleres alemanes se muestran reacios o
incapaces de conceder nada de importancia en la segunda.
Después de todo lo que Theresa May cedió en la primera fase (la del
acuerdo de retirada), terminó la segunda etapa (la de la declaración
política) sin nada tangible con lo que compensar a sus votantes. Del
mismo modo, Macron ha visto cómo su programa para reformar la Eurozona
se esfumaba tras sus intentos de germanizar el mercado de trabajo y el
presupuesto francés. La caída en desgracia subsiguiente, a manos del movimiento de los chalecos amarillos que azuzó su campaña de austeridad, era inevitable.
Los historiadores verán en el fracaso de Macron un punto de inflexión
para la UE, tal vez aún más relevante que el del Brexit porque termina
con la ambición francesa de lograr la unión fiscal con Alemania. El
declive de esta ambición reformista francesa es visible en el manifiesto
para salvar Europa
publicado esta semana por el economista Thomas Piketty y sus acólitos.
El profesor Piketty lleva varios años trabajando de forma activa en
programas para reformar la Eurozona ( ya hubo otro manifiesto en 2014), de forma que es posible ver el efecto que han generado en sus planes los últimos acontecimientos europeos.
En 2014, Piketty presentó tres grandes propuestas: un presupuesto común
para la Eurozona que se financiaría con un impuesto de sociedades
armonizado y canalizaría fondos en forma de inversión, investigación y
gasto social hacia los países más pobres; una puesta en común de la
deuda pública, para que Alemania y Holanda ayudasen a reducir las
obligaciones de Italia, Grecia y otros países con problemas similares; y
una cámara parlamentaria mixta. En resumen, un proyecto similar a la
recientemente eludida agenda europea de Macron.
Cuatro años después, el manifiesto de Piketty conserva la idea de la
cámara parlamentaria mixta pero ha perdido toda ambición europeísta: se
abandonan las propuestas de mancomunar deudas, repartir riesgos y
transferir fondos. Ahora Piketty sugiere que los gobiernos nacionales
acuerden recaudar 800.000 millones de euros (el 4% del PIB de la
Eurozona) a través de un tipo armonizado del 37% en el impuesto de
sociedades; elevar el impuesto sobre la renta para el 1% más rico; crear
un impuesto sobre el patrimonio para los que tienen más de un millón de
euros en activos y otro de treinta euros por cada tonelada de CO2
emitido. Todo ese dinero se gastaría dentro de los estados-nación que lo
recauden, casi sin transferencias entre países. Si los recursos van a
ser recaudados y gastados dentro de cada Estado, ¿para qué otra cámara
parlamentaria supranacional?
La asfixia de Europa
tiene que ver con bancos demasiado grandes y al borde de la insolvencia,
estados con las cuentas fiscales en tensión, ahorradores alemanes
molestos con unos tipos negativos que hunden sus rendimientos, y
poblaciones enteras inmersas en una recesión que no termina. Son todos
síntomas de una crisis financiera que lleva ya diez años y ha producido
una montaña de ahorros junto a una de deudas. Es admirable la intención
de cobrar a ricos y contaminantes para financiar la innovación, la
inmigración y la transición verde, pero no alcanza para enfrentar la
crisis específica de Europa.
Lo que Europa necesita es un 'New Deal' Ecológico, el programa que el Movimiento Democracia en Europa 2025 (DIEM25),
del que soy cofundador, llevará a los votantes con la alianza Primavera
Europea durante las elecciones al Parlamento Europeo del próximo
verano. La gran ventaja de nuestro 'New Deal' Ecológico es que toma el
ejemplo del 'New Deal' original impulsado por el presidente
estadounidense Franklin Roosevelt
durante los años treinta: nuestra intención es crear 500.000 millones
de euros al año, sin cobrar un solo euro en impuestos nuevos, para la
transición verde en toda Europa.
Así es como lo
haríamos: el Banco Europeo de Inversiones (BEI) emite bonos por ese
valor, con el Banco Central Europeo dispuesto a comprar todos lo que
hagan falta en el mercado secundario. En un mundo desesperado por
encontrar activos seguros, no hay duda de que los bonos del BEI se
venderían como pan caliente. Se absorbería así el exceso de liquidez que
hoy mantiene en negativo a los tipos de interés (hundiendo los
rendimientos de los fondos de pensiones alemanes) y se financiaría por
completo el 'New Deal' Ecológico.
Una vez
restablecida la esperanza en una Europa verde y de prosperidad
compartida, podremos celebrar el necesario debate sobre nuevos impuestos
paneuropeos para el CO2, los ricos, las grandes tecnologías, etc...
También podremos acordar la constitución democrática que Europa se
merece.
Tal vez nuestro 'New Deal' Ecológico pueda
incluso crear el clima para un segundo referéndum en el Reino Unido que
permita a los británicos elegir unirse otra vez a una mejor Unión
Europea, más justa, más verde y democrática.
Traducido por Francisco de Zárate
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