Se lo dije...
Elisa Beni
"Uno tiene la sensación de que se
establece una competición por ver quién suministra más datos (a los
políticos) y quién lo hace con mayor antelación. Hacer la pelota también
vale" ( La Justicia Sometida, Elisa Beni).
Por mucha repugnancia que me produzcan las grabaciones realizadas por Villarejo, no puedo evitar que me conforten sólo en el sentido de que la ciudadanía pueda comprobar con sus propios oídos algo que yo, que he escuchado mucho pero que nunca he tenido la indecencia del excomisario, he contado infinidad de veces sin poder poner sobre la mesa la prueba auditiva.
Me da asco lo de Villarejo pero no puedo evitar un "ya se lo dije..." porque aunque aquí se trate de un policía, no es menos cierto que en instancias judiciales también el tráfico de información y de datos para favorecer los intereses políticos de un partido ha estado siempre a la orden del día. Yo es que soy una antigua y creo en la honestidad. Lo tengo claro. He visto y oído cosas que denotan un intento de instrumentalización de la información sobre casos judiciales durante mucho tiempo. Así que permitan que hoy me autocite –es feo, pero necesario– en esta columna.
"En muchos casos, los presidentes de los tribunales se acaban prestando a suministrar esta información. De alguna manera, se justifican pensando que no afecta al contenido de las decisiones judiciales ni influyen en estas" –o les da igual–. "Obvian que están dando a una de las partes cierta ventaja no sólo política sino también procesal al manejar este tipo de datos. Tampoco aquí las indagaciones se hacen de forma directa con los magistrados que llevan el caso. Sondeos discretos. Bien mediante conversaciones informales, bien utilizando cuestiones más pragmáticas. Todo sirve. Por poner un ejemplo, los presidentes son responsables de la organización logística de los juicios, tomas de declaración complejas, etc. No es nada extraño que pregunten a los jueces por sus previsiones de plazos para tener prevista la infraestructura necesaria y, de paso, para no quedar mal con aquellos que algún día tendrán que votarlos. Lo mismo sucede, sin duda, a través de la jerarquía de la Fiscalía. Incluso puede darse el caso de que en este afán por quedar bien con el político que te respalda, uno tenga la sensación de que se establece una especie de competición por ver quién suministra más datos y quién lo hace con mayor antelación. Hacer la pelota también vale. Las vías para conseguirlo son diversas. Recuerdo el caso de un vocal de CGPJ" –Enrique López, les añado ahora– "que utilizaba a los jefes de Prensa para recabar de los jueces datos de este tipo" –sobre asuntos que interesaban al Partido Popular en general y a Esperanza Aguirre en particular–.
"Este afán por obtener información en algunos casos salta incluso los límites de lo puramente procesal para recalar en la esencia misma de las resoluciones. Conversaciones informales entre magistrados, entre magistrados y sus presidentes, entre magistrados y vocales permiten que los políticos tengan una idea muy clara de cuál es el pensamiento y la línea de los encargados de los asuntos que les interesan. Una vez que tienen datos, intentan arrimar el ascua a su sardina. Si los plazos no convienen, se inician las presiones para cambiarlos, o si el sentido de las resoluciones no parece que irá por el camino adecuado, comenzarán los movimientos, para intentar alterarlo". Todo esto lo publiqué en 2015 en el libro La Justicia sometida, y no lo escribí a tentón. No lo escribí de referencia. No, lo escribí porque como periodista puedo dar testimonio. Ahora bien, yo nunca grabé nada a nadie. Ese es el único punto que le veo a la ignominiosa actuación de este sinvergüenza. Ese, y el chantaje que permite que los que siempre han negado la realidad no puedan seguir haciéndolo. ¿Para qué creen ustedes que los políticos se esfuerzan tanto en poder nombrar determinados cargos judiciales? ¿Por qué creen que, en sus años de rodillo, el Partido Popular cambió y modificó tantas normas y leyes y reglamentos para conseguir que toda esta estructura le fuera afín? ¿Tal vez porque además del sostenimiento del poder tenían detrás toda la mierda de la corrupción amenazando? Sí, por eso. No creo que tras los audios de Villarejo nadie me pueda discutir en serio ese extremo.
Así que ya ha quedado palmariamente claro que el PP utilizó todos los mecanismos a su alcance para intentar minimizar el coste judicial y político de la corrupción. Usó a policías corruptos y a magistrados y magistradas "amigos" de los que también hemos oído hablar en conversaciones telefónicas intervenidas legalmente –como la de Zaplana e Ignacio González– y de las que nunca hemos vuelto a saber nada. O sea, que la cosa ha quedado en que si González dijo que una "magistrada amiga" había soplado que tenían intervenidos los teléfonos en la operación Lezo, eso fue porque González es un mentiroso. ¿Se lo creen ahora? Pues la cosa acabó en archivo. Ustedes mismos.
Y esto enlaza con otro tema de actualidad: la aprobación ayer en el Parlamento de la vuelta del CGPJ a la composición colegiada anterior al ataque de ira de Gallardón. Porque eso fue lo que pasó. Cuando en el Consejo presidido por Dívar, Almenar y Robles comenzaron a pactar los cargos, como representantes de los sectores progresista y conservador, sin hacer caso a las "necesidades" del PP , montó en cólera y encargó un estudio a Lesmes, Díez–Picazo y otros con el que hacerse un CGPJ a su medida. Miren dónde han acabado los del estudio y miren cómo ha acabado la historia.
Que el poder político va a buscar todas las formas de expandirse y controlar a los llamados a controlarlos es una evidencia histórica. Que eso signifique que el poder judicial deba ser endogámico y autogobernarse sin rendir cuentas a nadie más que a los propios tribunales formados por sus pares, es otra cuestión difícil que ahora mismo también nos está mostrando su cara más problemática en el Tribunal Supremo. Todo es susceptible de empeorar y de no ser mejorado en su totalidad. De momento, nos quedamos con la recuperación del CGPJ demediado, que es un éxito sólo parcial pero un éxito.
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Por mucha repugnancia que me produzcan las grabaciones realizadas por Villarejo, no puedo evitar que me conforten sólo en el sentido de que la ciudadanía pueda comprobar con sus propios oídos algo que yo, que he escuchado mucho pero que nunca he tenido la indecencia del excomisario, he contado infinidad de veces sin poder poner sobre la mesa la prueba auditiva.
Me da asco lo de Villarejo pero no puedo evitar un "ya se lo dije..." porque aunque aquí se trate de un policía, no es menos cierto que en instancias judiciales también el tráfico de información y de datos para favorecer los intereses políticos de un partido ha estado siempre a la orden del día. Yo es que soy una antigua y creo en la honestidad. Lo tengo claro. He visto y oído cosas que denotan un intento de instrumentalización de la información sobre casos judiciales durante mucho tiempo. Así que permitan que hoy me autocite –es feo, pero necesario– en esta columna.
"En muchos casos, los presidentes de los tribunales se acaban prestando a suministrar esta información. De alguna manera, se justifican pensando que no afecta al contenido de las decisiones judiciales ni influyen en estas" –o les da igual–. "Obvian que están dando a una de las partes cierta ventaja no sólo política sino también procesal al manejar este tipo de datos. Tampoco aquí las indagaciones se hacen de forma directa con los magistrados que llevan el caso. Sondeos discretos. Bien mediante conversaciones informales, bien utilizando cuestiones más pragmáticas. Todo sirve. Por poner un ejemplo, los presidentes son responsables de la organización logística de los juicios, tomas de declaración complejas, etc. No es nada extraño que pregunten a los jueces por sus previsiones de plazos para tener prevista la infraestructura necesaria y, de paso, para no quedar mal con aquellos que algún día tendrán que votarlos. Lo mismo sucede, sin duda, a través de la jerarquía de la Fiscalía. Incluso puede darse el caso de que en este afán por quedar bien con el político que te respalda, uno tenga la sensación de que se establece una especie de competición por ver quién suministra más datos y quién lo hace con mayor antelación. Hacer la pelota también vale. Las vías para conseguirlo son diversas. Recuerdo el caso de un vocal de CGPJ" –Enrique López, les añado ahora– "que utilizaba a los jefes de Prensa para recabar de los jueces datos de este tipo" –sobre asuntos que interesaban al Partido Popular en general y a Esperanza Aguirre en particular–.
"Este afán por obtener información en algunos casos salta incluso los límites de lo puramente procesal para recalar en la esencia misma de las resoluciones. Conversaciones informales entre magistrados, entre magistrados y sus presidentes, entre magistrados y vocales permiten que los políticos tengan una idea muy clara de cuál es el pensamiento y la línea de los encargados de los asuntos que les interesan. Una vez que tienen datos, intentan arrimar el ascua a su sardina. Si los plazos no convienen, se inician las presiones para cambiarlos, o si el sentido de las resoluciones no parece que irá por el camino adecuado, comenzarán los movimientos, para intentar alterarlo". Todo esto lo publiqué en 2015 en el libro La Justicia sometida, y no lo escribí a tentón. No lo escribí de referencia. No, lo escribí porque como periodista puedo dar testimonio. Ahora bien, yo nunca grabé nada a nadie. Ese es el único punto que le veo a la ignominiosa actuación de este sinvergüenza. Ese, y el chantaje que permite que los que siempre han negado la realidad no puedan seguir haciéndolo. ¿Para qué creen ustedes que los políticos se esfuerzan tanto en poder nombrar determinados cargos judiciales? ¿Por qué creen que, en sus años de rodillo, el Partido Popular cambió y modificó tantas normas y leyes y reglamentos para conseguir que toda esta estructura le fuera afín? ¿Tal vez porque además del sostenimiento del poder tenían detrás toda la mierda de la corrupción amenazando? Sí, por eso. No creo que tras los audios de Villarejo nadie me pueda discutir en serio ese extremo.
Así que ya ha quedado palmariamente claro que el PP utilizó todos los mecanismos a su alcance para intentar minimizar el coste judicial y político de la corrupción. Usó a policías corruptos y a magistrados y magistradas "amigos" de los que también hemos oído hablar en conversaciones telefónicas intervenidas legalmente –como la de Zaplana e Ignacio González– y de las que nunca hemos vuelto a saber nada. O sea, que la cosa ha quedado en que si González dijo que una "magistrada amiga" había soplado que tenían intervenidos los teléfonos en la operación Lezo, eso fue porque González es un mentiroso. ¿Se lo creen ahora? Pues la cosa acabó en archivo. Ustedes mismos.
Y esto enlaza con otro tema de actualidad: la aprobación ayer en el Parlamento de la vuelta del CGPJ a la composición colegiada anterior al ataque de ira de Gallardón. Porque eso fue lo que pasó. Cuando en el Consejo presidido por Dívar, Almenar y Robles comenzaron a pactar los cargos, como representantes de los sectores progresista y conservador, sin hacer caso a las "necesidades" del PP , montó en cólera y encargó un estudio a Lesmes, Díez–Picazo y otros con el que hacerse un CGPJ a su medida. Miren dónde han acabado los del estudio y miren cómo ha acabado la historia.
Que el poder político va a buscar todas las formas de expandirse y controlar a los llamados a controlarlos es una evidencia histórica. Que eso signifique que el poder judicial deba ser endogámico y autogobernarse sin rendir cuentas a nadie más que a los propios tribunales formados por sus pares, es otra cuestión difícil que ahora mismo también nos está mostrando su cara más problemática en el Tribunal Supremo. Todo es susceptible de empeorar y de no ser mejorado en su totalidad. De momento, nos quedamos con la recuperación del CGPJ demediado, que es un éxito sólo parcial pero un éxito.
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Tienes toda razón en lo que expones, querida Elisa.
Pero hay que reformar la Constitución para que en ella existan recursos reguladores de los tres poderes del Estado. E incluso para que se establezca un órgano regulador de esos poderes, que ya existe en teoría pero que no es ni completo ni transparente, porque siempre está al margen del acontecer político y social por grave que sea, nadie sabe a ciencia cierta para qué existe y sus principales cabezas visibles son los expresidentes de gobierno, como si haberlas hecho de todos los colores, fuese garantía de algo serio y decente, o un aval fidedigno para mejorar algo.
Me refiero, obviamente, al Consejo de Estado. Posiblemente la herramienta más adecuada para tales asuntos, pero que en su actual estructura no vale para nada, solo para ser un refugio privilegiado con atrezzo y un sueldo estupendo de por vida, con que premiar hazañas expresidenciales, de dudosa calificación.Y a veces verdaderas tropelías, que ahora no voy a enumerar, pero que todos padecemos y conocemos demasiado bien, por desgracia.
Pero hay que reformar la Constitución para que en ella existan recursos reguladores de los tres poderes del Estado. E incluso para que se establezca un órgano regulador de esos poderes, que ya existe en teoría pero que no es ni completo ni transparente, porque siempre está al margen del acontecer político y social por grave que sea, nadie sabe a ciencia cierta para qué existe y sus principales cabezas visibles son los expresidentes de gobierno, como si haberlas hecho de todos los colores, fuese garantía de algo serio y decente, o un aval fidedigno para mejorar algo.
Me refiero, obviamente, al Consejo de Estado. Posiblemente la herramienta más adecuada para tales asuntos, pero que en su actual estructura no vale para nada, solo para ser un refugio privilegiado con atrezzo y un sueldo estupendo de por vida, con que premiar hazañas expresidenciales, de dudosa calificación.Y a veces verdaderas tropelías, que ahora no voy a enumerar, pero que todos padecemos y conocemos demasiado bien, por desgracia.
En una democracia verdadera la importancia y responsabilidad del Consejo de Estado debería exigir unas elecciones periódicas entre candidatos de distintas procedencias, incluidos los movimientos sectoriales de base social, como sindicatos, medioambiente, mujeres, pensionistas, dependientes, legtbi, municipalismo, federalismo, etc...y que se presenten en igualdad los expresidentes como aspirantes, para que el pueblo decida, a quienes de ellos elige o reprueba como consejeros. Sería ese órgano polivalente y plural, el que en caso de errores y corrupciones en cualquiera de los tres poderes, tendría la facultad de pedir cuentas y decidir cómo gestionar los casos. A más pluralidad, más transparencia y menos "manos libres" a la hora de corromperse.
Ni que decir tiene, que la permanencia en el Consejo de Estado en una verdadera democracia, no puede ni debe ser vitalicia para nadie por el hecho de haber presidido el gobierno durante muchas o pocas legislaturas, sino si el pueblo los valora como útiles y así lo aprueba en las urnas; votaciones que deberían añadirse a las legislativas.
Seguramente con la participación más directa de la ciudadanía se acabarían las corrupciones, se establecería una responsabilidad popular en las instituciones estatales y un control ético de transparencia, y no solo "legal", que como se ve, no significa nada ante las oligarquías descontroladas, que atrapan el poder para hacer de su capa un sayo y hacer 'legales' sus intereses inmorales y partidistas. Es decir: usar la democracia como trampolín, establecer su holding estatal. Gallardón y el pp, citados en este artículo por Elisa Beni, son el prototipo perfecto que define lo que hasta ahora ha habido y que ciertamente, tiene que dejar de haber, para ser de una vez por todas un estado respetable de derecho y democracia en el siglo XXI. Y no un Patio de Monipodio vitalicio.
Lo que venimos padeciendo durante 40 años es otra cosa muy distinta a lo que ilusoriamente pensábamos ser, aunque con la etiqueta cambiada para lavar la cara a una realidad hasta constitucional y todo, pero ya insostenible. A una Constitución, lo mismo que a la Ley, no la valida el hecho de llamarse Constitución o Ley, sino la coherencia aplicable y aplicada en la práctica de la validez moral y política de sus contenidos.
Hemos llegado al punto tan absurdo como miserable y en tenguerengue, de que el detonante final del tsunami que tenemos encima tal que la espada de Damocles, puede reventar por cualquier cosa: el separatismo, el paro, la banca, una crisis internacional de la pasta mal gestionada, el saqueo de la Casa Real y la evasión de capitales protegida por el poder del Estado, puede ser por la ruina de empresas debida a la asfixia financiera, por una cadena de huelgas o incluso por una huelga general idefinida, que haga caer el tinglado, puede ser por la corrupción generalizada como modus vivendi et operandi, puede ser por la sanidad enfocada al disparate, por la arbitrariedad y el abuso de los caciques sistémicos, o por las reformas laborales de un neoliberalismo sin luces, por los desahucios a cargo de la especulación, por el desamparo y quiebra programada del sistema de pensiones, por los asesinatos en ristra de mujeres y niños, por el empecinaminto en un comercio de armas vergonzante alegando, para más inri, "justicia social para los nuestros" al nivel de Trump, por el tratamiento destarifado y utilitarista de las migraciones y de la educación, de la ciencia y la desaparición ya casi total del I+D+I, por el desarbitraje sistémico de la justicia y sus esbirros sentenciosos al servicio del sol corrompible que más caliente y la toga partidista que mejor se ajuste al tipazo de sus señorías...
Hemos llegado al punto tan absurdo como miserable y en tenguerengue, de que el detonante final del tsunami que tenemos encima tal que la espada de Damocles, puede reventar por cualquier cosa: el separatismo, el paro, la banca, una crisis internacional de la pasta mal gestionada, el saqueo de la Casa Real y la evasión de capitales protegida por el poder del Estado, puede ser por la ruina de empresas debida a la asfixia financiera, por una cadena de huelgas o incluso por una huelga general idefinida, que haga caer el tinglado, puede ser por la corrupción generalizada como modus vivendi et operandi, puede ser por la sanidad enfocada al disparate, por la arbitrariedad y el abuso de los caciques sistémicos, o por las reformas laborales de un neoliberalismo sin luces, por los desahucios a cargo de la especulación, por el desamparo y quiebra programada del sistema de pensiones, por los asesinatos en ristra de mujeres y niños, por el empecinaminto en un comercio de armas vergonzante alegando, para más inri, "justicia social para los nuestros" al nivel de Trump, por el tratamiento destarifado y utilitarista de las migraciones y de la educación, de la ciencia y la desaparición ya casi total del I+D+I, por el desarbitraje sistémico de la justicia y sus esbirros sentenciosos al servicio del sol corrompible que más caliente y la toga partidista que mejor se ajuste al tipazo de sus señorías...
Cualquiera de esos motivos, y más aun la concurrencia de todos ellos, nos han convertido en un auto-polvorín desnortado y a lo loco, que va, por goteo, haciendo saltar por los aires un modelo de estado enfermo terminal, y ya en proceso paralelo a su caudillo fundador, entre momificación y cenizas, presidido por la indecencia de una corona autodevaluada, que cuando toca la Constitución, la contagia de su mismo mal...de su mierda infinita, que ya no tiene donde ocultar.
Esperamos, como dice Elisa Beni, que el golpe de gracia sea el propio Villarejo, cuando desde el talego, cualquier día de este otoño invernal, si no lo callan antes, nos felicite las pascuas con el gordo de la casquería cloaquil. Aunque es muy posible que el gran guardián de la casquería putrefacta, conociendo el percal de sus afines, se haya cubierto las espaldas previamente y tenga en reserva un Hiroshima inimaginable que no deje títere con cabeza en la clase política, empresarial y financiera, si por cualquier cosa, le pasa algo, como un suicidio, una enfermedad fulminante o un accidente, por ejemplo.
Esperamos, como dice Elisa Beni, que el golpe de gracia sea el propio Villarejo, cuando desde el talego, cualquier día de este otoño invernal, si no lo callan antes, nos felicite las pascuas con el gordo de la casquería cloaquil. Aunque es muy posible que el gran guardián de la casquería putrefacta, conociendo el percal de sus afines, se haya cubierto las espaldas previamente y tenga en reserva un Hiroshima inimaginable que no deje títere con cabeza en la clase política, empresarial y financiera, si por cualquier cosa, le pasa algo, como un suicidio, una enfermedad fulminante o un accidente, por ejemplo.
Es posible, que al final, un país tan cutre y miserable como soberbio, chuleta y majadero, tenga que ser rescatado por lo más repugnante que ha producido. Sería el epílogo perfecto para los fachas renacentistas que escribieron el prólogo: los Reyes Católicos y su imperio terminator hacia su dios, y con el arribaespaña del cap per avall, que les fue sucediendo siglo tras siglo, desastre tras desastre, llamados "gloria imperial" por un eufemismo manipulador e ilusorio hidalgo del Lazarillo fashion, , hasta rematar con las miserias de unos grandes bribones cerrando la opera magna de los miserables, (sin Víctor Hugo, of course, demasiado genial como para idear y convertir en relato ejemplar algo tan repugnante y emético)
Sin duda el fin está ahí mismo. No porque pueda pasar algo peor, sino porque ya no se puede empeorar más y seguir formando parte del mapa menos deteriorado de Europa y su ecosistema.
La mierda que no se limpia, aumenta, y si encima se va regando con más mierda líquida, en métalico o con trajeta -black ,por supuesto-, fermenta y se hincha hasta que hace reventar el recipiente que la contiene, en este caso, el estado.
Y será una liberación que nos animará a regenararnos como sociedad para que este chapapote ya incalificable no nos aprisione, ni nos pringue ni nos inmovilice nunca mais.
Si esto sucede gracias a peña como Villarejo y no gracias a nuestra conciencia ética, tendremos que revisar a fondo y urgentemente nuestro cociente intelectual colectivo y nuestra relación de tantos siglos con un catolicismo abominable, un patriotismo rupestre muy por debajo de las Cuevas de Altamira y una cultura de albañal sicut mater et magistra.
Sin duda el fin está ahí mismo. No porque pueda pasar algo peor, sino porque ya no se puede empeorar más y seguir formando parte del mapa menos deteriorado de Europa y su ecosistema.
La mierda que no se limpia, aumenta, y si encima se va regando con más mierda líquida, en métalico o con trajeta -black ,por supuesto-, fermenta y se hincha hasta que hace reventar el recipiente que la contiene, en este caso, el estado.
Y será una liberación que nos animará a regenararnos como sociedad para que este chapapote ya incalificable no nos aprisione, ni nos pringue ni nos inmovilice nunca mais.
Si esto sucede gracias a peña como Villarejo y no gracias a nuestra conciencia ética, tendremos que revisar a fondo y urgentemente nuestro cociente intelectual colectivo y nuestra relación de tantos siglos con un catolicismo abominable, un patriotismo rupestre muy por debajo de las Cuevas de Altamira y una cultura de albañal sicut mater et magistra.
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