“No tengo miedo a morir; tengo miedo de Libia”
Los náufragos rescatados por el ‘Nuestra Madre Loreto’ tienen pánico al regreso
A bordo del ‘Nuestra Madre Loreto’
Pascual Durá lo volvería a hacer todo igual: “Hemos cumplido con nuestras obligaciones legales y morales. Y ahora los que se llenan la boca diciendo que son europeos miran para otro lado”, se lamenta el patrón del Nuestra Madre de Loreto,
el pesquero de Santa Pola (Alicante) que el pasado jueves rescató a 12
migrantes africanos que se habían lanzado al mar huyendo de los
guardacostas libios, a 78 millas de la costa. Cinco días después, nadie
quiere hacerse cargo de los rescatados y España negocia su devolución a Libia, un país que Acnur no considera seguro.
Con más del doble de personas a bordo de las que suele llevar, el Nuestra Madre Loreto no tiene ahora un aspecto muy salubre: los pescadores, que han donado parte de su ropa a los migrantes, dicen que con los recursos de que disponen, y a pesar de los víveres llevados por la ONG, no podrán aguantar más de seis o siete días. La cubierta del barco está en buena parte ocupada por nasas para gambas. Abajo hay unos camarotes muy estrechos donde los tripulantes duermen juntos y que ahora hospedan a 12 personas más.
Souleiman (nombre ficticio) asegura que tiene 16 años y que proviene de Sudán. “Entré en Libia cuando tenía 12. Los libios solo quieren dinero, nos meten en la cárcel para que les paguemos”, relata. “Me metieron un año en prisión sin poder ducharme ni una vez. Cuando estaba en el barco y vi llegar a los guardacostas libios, me tiré al agua, porque no tengo miedo a morir, tengo miedo de Libia”. Los dos nigerianos cuentan que la patera transportaba 36 personas, seis de ellas mujeres.“Nosotros saltamos al agua y a los otros se los llevaron los libios. Libia es horrible, te hacen trabajar de esclavo, te presionan para conseguir dinero, te torturan mientras te obligan a llamar a tus familias para que paguen el rescate”, afirman.
Sampere ya sabe lo que es rescatar migrantes en el Mediterráneo. En 2006, con otro pesquero, el Francisco y Catalina, propiedad del mismo armador, José Durá, ayudó a salvar la vida a 51 subsaharianos en aguas próximas a Malta. Su impresión sobre los guardacostas libios no puede ser peor: “Por lo que les vi hacer el otro día, son unos asesinos”.
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