Ataque de pánico en Moncloa
Pedro Sánchez venía de una semana más bien horrible. Había que
hacer algo, seguro que dijo alguien en Moncloa, y a alguien le pareció
buena idea ir a por los aforamientos
Puede que, efectivamente, la propuesta agudice las contradicciones del PP e incluso de Ciudadanos, pero, sobre todo, acabará por poner de manifiesto las contradicciones del Gobierno, el PSOE y sus socios y apoyos parlamentarios
Puede que, efectivamente, la propuesta agudice las contradicciones del PP e incluso de Ciudadanos, pero, sobre todo, acabará por poner de manifiesto las contradicciones del Gobierno, el PSOE y sus socios y apoyos parlamentarios

Todos nos protegemos
instintivamente la cara ante el riesgo de un impacto, todos buscamos
instintivamente dónde está la palanca del freno de emergencia si vemos
que el tren va demasiado deprisa y todos apretamos instintivamente el
botón de las alertas del coche si vemos algo raro en la carretera; en
Moncloa también. Asustarse es humano porque todos necesitamos
protección, pero no resulta necesariamente efectivo; solo aparatoso. Que
Moncloa intente recuperar la iniciativa y cambiar la conversación
pública metiendo en la agenda la cuestión de los aforamientos resulta
comprensible. Que vaya a lograrlo proponiendo suprimir, mediante una
reforma constitucional exprés, los aforamientos que siempre se han
levantado cuando la Justicia lo ha pedido ya es otra historia.
Pedro Sánchez venía de una semana más bien horrible, marcada por el caso Carmen Montón, la campaña de "fake plagios" sobre su tesis, la colección de disparates para justificar la venta de armas a la tiranía saudí
y, sobre todo, la lentitud de Moncloa a la hora de reaccionar, siempre a
remolque de los acontecimientos. La agenda no le favorecía y las
críticas a su esperada entrevista con Ana Pastor en La Sexta no
habían sido buenas. Había que hacer algo, seguro que dijo alguien en
Moncloa, y a alguien le pareció buena idea ir a por los aforamientos.
Justo cuando la agenda empezaba a cambiar, justo cuando
quienes habían salido a cazar el elefante blanco de la tesis
presidencial tenían que empezar a explicar por qué volvían con conejitos
y currículos cada vez más pequeños, justo cuando Pablo Casado
renunciaba a ser catedrático de metafísica, o justo cuando trabajadores y
sindicatos salían a aplaudir su decisión sobre las bombas, Moncloa
decidió que era buena idea empezar el día prometiendo acabar con los aforamientos
y acabar la tarde teniendo que explicar por qué se mantienen para la
familia real, por qué no se acaba con los miles de agentes del orden
inexplicablemente aforados o si realmente merece la pena meterse en una
reforma constitucional para eliminar solo parcialmente el aforamiento de
los representantes políticos; la noticia iba menguando más rápido que
el currículo de Albert Rivera.
Puede que,
efectivamente, la propuesta agudice las contradicciones del Partido
Popular e incluso de Ciudadanos, forzados a votar o verse acusados de
proteger a los aforados, pero, sobre todo, acabará por poner de
manifiesto las contradicciones del Gobierno, el PSOE y sus socios y
apoyos parlamentarios. Si no acaba en otra rectificación, va a andar
cerca. Con lo fácil y lo que humaniza asumir errores en público, con
humildad y honestidad, buscar un perfil más bajo y esperar a que el
viento acabe de cambiar. Solo había que mantener la calma y quedarse
callado. Y si la discreción fallaba, ahí estaba en la agenda de
previsiones el show de José María Aznar, Gabriel Rufián, Toni Cantó y Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados, el dream team de la política espectáculo; esa donde ni siquiera uno puede quedar vivo al final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.