"Queríamos hacer algo y nos organizamos entre nosotras": la sociedad civil suple la falta de medios en el Estrecho
Voluntarios de Tarifa, de Barbate, y de otros municipios del
Estrecho se multiplican a la hora de ayudar a miles de migrantes
llegados desde mediados de junio a la costa
Responden a la llamada del Ayuntamiento ante la llegada masiva de la desesperación
Responden a la llamada del Ayuntamiento ante la llegada masiva de la desesperación
"Queríamos echar una mano y nos organizamos entre nosotras”, así cuenta sus últimos quince días Lola Burgueño,
una de las tarifeñas que ha prestado su tiempo, su voluntad y su
compromiso para ayudar a miles de inmigrantes que, desde mediados
de junio, han pasado por los mares del surf, como llamaron Tito Muñoz y Javier Ruibal a esta línea de costa.
Mientras los televisores repican las imágenes del Mundial de Fútbol, se
disputan otros dos mundiales en juego: el de las migraciones, sin
fichajes millonarios, y el de la solidaridad que se disputa en diversas
poblaciones de la provincia de Cádiz ante una creciente crisis
humanitaria, que ha llevado a los ministros Ábalos y Grande-Marlaska
a visitar la zona durante dos días consecutivos. Ahora, se anuncia que
un inmueble del puerto de Tarifa servirá para albergar a los migrantes
que vayan llegando. Habrá que acondicionarlo para que no resulte un
enclave tan hostil como el de la Isla de las Palomas, uno de los CIEs
más denostados de la siniestra geografía de los centros de inmigrantes
en nuestro país.
Pocos días antes de que Mariano Rajoy
dejara La Moncloa, hasta las comisarías eran desalojadas por falta de
recursos para atender a la creciente llegada de embarcaciones que ya se
estaba produciendo, mucho antes de que se pensara que el buque Aquarius
iba a terminar poniendo rumbo a su España. En la capital gaditana hubo
que recurrir a Tartessos, el centro que gestiona la asociación Cardinj
del cura Gabriel Delgado y un equipo que incluye a Carlos, Katia, Macodou, Rafael o Anita.
Para el cura Gabriel, como le llaman, resultan paradójicamente
antípodas "las escenas felices de la recepción y acogida del Aquarius y
la soledad y precariedad de las acogidas en la costa fronteriza del
Estrecho".
Refugio en el polideportivo
Mientras llegan los veinticinco millones de euros que ha prometido la
Unión Europea para dignificar la atención de estos inmigrantes, hubo que
recurrir a algunas instalaciones deportivas para acoger a los que iban
llegando, incluso después de viajar a pie los doce kilómetros de arena y
antiguas salinas que median entre San Fernando y Cádiz.
Las abejas estaban haciendo sus nidos a poniente, por lo que cabía
esperar un verano de relativa calma en el Estrecho de Gibraltar. Lo que
significa mayor tráfico de embarcaciones. Les siguen llamando pateras a
naves que no siempre lo son: desde "toys", frágiles barcos de plástico, a
lanchas fueraborda; de todo han visto los cuerpos y fuerzas de
seguridad que ahora sitúan su escudería de todoterrenos junto al
Polideportivo de Tarifa. Los Grupos Rurales de Seguridad que refuerzan
el litoral se suman a la propia plantilla de 'picoletos' del cuartel de
Tarifa y la Comandancia de Algeciras. O a los servicios de Protección
Civil, Cuerpo Nacional de Policía y otros guardacostas del Estrecho.
El nuevo y funcional Polideportivo de Tarifa se ha convertido en un
campamento de refugiados. Lola Burgueño, que milita en una asociación
cultural denominada KC Tarifa, respondió a la llamada del Ayuntamiento
hasta lograr que la sociedad civil supliera la falta de medios ante la
llegada masiva de la desesperación, esa duna humana que se mueve desde
el Magreb a Bangladesh, pasando por el África subsahariana, pero sin que
falten fugitivos del terrible invierno árabe de Libia o de Siria.
"Hubo un llamamiento del Ayuntamiento, desde participación ciudadana y
servicios sociales, para que nos fuéramos apuntando los voluntarios",
precisa ella.
Se trataba de repartir las comidas, les dijo al principio la concejala Paqui Hidalgo.
Desayuno, almuerzo y cena. Las voluntarias de KC, entre las que figura
una funcionaria de Servicios Sociales, Paqui Aranda, llevan mucha mili
en el frente de la solidaridad: cuando no montan una campaña de apoyo al
pueblo sirio, se movilizan para el festival de cine africano. Así que
tiraron de teléfono y fueron completando los turnos. Lola fue la que se
encargó de coordinar a esa especie de ejército de salvación, donde no
faltaron educadoras como Mari Luz Jiménez.
O la joven periodista Paula Tetuán Blanco,
que se incorporó al equipo como traductora de francés: "Yo hablé con
los de Mali, Costa de Marfil, Gambia, Guinea Conakry, de Sierra Leona,
etcétera, tal y como se fueron identificando ante la Guardia Civil".
Una historia detrás de cada cifra
No es fácil ahora para un periodista entrar al Polideportivo ni
conversar con los recién llegados. El mismo limbo de siempre: ¿están
detenidos o no? Podría parecerlo si, como denuncia la Asociación Pro
Derechos Humanos de Andalucía, se les ata una de sus muñecas para
aparearles con unas esposas de lazo, como ocurrió, al menos, en la tarde del 29 de junio.
La organización humanitaria calcula que se producen diariamente
veinticinco devoluciones de marroquíes a su país de origen. No obstante,
los voluntarios aseguran que otros han sido liberados después de cierto
tiempo en las instalaciones deportivas tarifeñas.
Por la memoria de Paula desfilan algunas de las personas con las que
habló en algunos de sus turnos de traducción; como aquel marroquí metido
en años que había intentado cruzar el Estrecho en tres ocasiones y
siempre lo devolvían al punto de retorno: "Hablaba español y me contaba
que su familia estaba en Europa, que él cruzaba, lo devolvía la Guardia
Civil y se ponía de nuevo a trabajar para lograr ahorrar lo suficiente
como para volver a cruzar el Estrecho".
"Había dos
chicas embarazadas, una de las cuales tuvieron que evacuar al hospital. Y
dos madres que venían con sus parejas. Una de ellas, aparte del bebé,
tenía una niña un poco más grande. Cuando se iban les tuvimos que decir
que las mujeres tenían que ir separadas de los hombres, pero el padre de
los bebés dijo que no, que la madre estaba muy cansada con el bebé y
que él se encargaba de la niña pequeña. Pudieron irse juntos, pero la
otra chica no conseguimos que se fuera con su pareja porque no lo dijo a
tiempo. Recuerdo sus palabras: 'Hemos cruzado el desierto, hemos
cruzado el bosque, hemos cruzado el mar y ahora que estamos en Europa
nos van a separar'. Se fueron llorando. La Guardia Civil le dio el
número de identificación del hombre pero tres días después no los había
encontrado".
El polideportivo de Tarifa no es el
paraíso: no hay duchas suficientes, faltaron colchonetas para gente que
venía con serios problemas de espalda o las raciones parecían a veces el
rancho de un astronauta espacial: mucho yogur, batidos, zumos y
galletitas, pero de tarde en tarde consiguieron comprarles bocadillos o
llevarles frutas, aunque las autoridades mostraban cierta cautela por si
acaso pudieran sentarles mal.
Un centenar de voluntarios
Lola Burgueño recuenta 103 voluntarios. Primero repartían simplemente
los packs de comidas en régimen de desayuno, almuerzo y cena, a seis
personas por turno. Luego llegaron los traductores: dos por la mañana y
dos por la tarde, de idiomas distintos. Más tarde, la ropa, a través de
Tarifeños Solidarios y de Madre Coraje que no sólo atiende a diario a
los sin techo y a los indigentes patrios, sino que se han volcado en
esta operación humanitaria a gran escala.
"En
general, los marroquíes son muy jóvenes. La dinámica cambia según el
número de personas a quienes hay que atender. Pero, es cierto, que
cuando había 600 hemos llegado a estar sin colchonetas, tampoco hubo
siempre mantas para todos y muchos han estado durmiendo en el suelo",
mantiene Lola.
El martes último había 148 personas,
de las cuales 83 son marroquíes. Algo pasa en Marruecos, con un rey
ausente y la frontera norte como una playa abierta. En Casablanca y
Rabat, mientras todo esto ocurría en Tarifa, se sucedían manifestaciones
contra las condenas a los activistas del Rif. Al norte, en Imzouren,
Alhucemas o Nador, replicaron con movilizaciones y huelgas no siempre
resueltas con guante blanco, hasta el punto de que abundaron denuncias
de tortura: "Las autoridades marroquíes seguro que están volcadas en la
represión interna. Además, se está negociando un nuevo acuerdo pesquero y
siempre, en estos casos, suelen abrir el grifo de la salida de
inmigrantes", ha asegurado Rafael Lara, portavoz de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía.
"Tememos que en la frontera sur se esté vulnerando el derecho al asilo y
no devolución de muchos migrantes de origen marroquí. Diariamente se
realizan 25 devoluciones desde Algeciras", afirman desde la sede
gaditana de dicha Asociación.
La Noche de San Juan fue especialmente intensa. El artivista José Luis Tirado
comprobó allí como una de las naves varadas en la playa de Los Lances
servía para avivar las hogueras: "El primer mundo hace fiesta con los
restos del naufragio del tercer mundo", comenta lacónicamente ante una
de sus fotografías. Tan sólo durante aquel fin de semana fueron
rescatadas 830 personas a bordo de 38 pateras en el Estrecho de
Gibraltar.
"Según los días nos hemos organizado para
cubrir necesidades. A finales de la pasada semana hubo gente que empezó a
dar dinero, pero dijimos que no, aunque lo que hicieron fue comprar
mantas cuando faltaron. Otros compraron cepillos y pasta de dientes. No
nos dejaban dárselos al principio, pero a fuerza de ir poco a poco nos
dejaron repartir los cepillos. Hemos terminado llevando fruta porque la
comida es mínima, unos kits de Interior, con cuatro modelos distintos a
base de galletitas saldas, barrita energética, frutos secos y un zumo;
otra, con galletas, paté, biscotes pequeños y batidos. Al principio, no
salíamos de ahí y se lo dábamos por la mañana, mediodía y tarde. Había
diabéticos, gente con problemas de salud, las embarazadas. Requerían
otro tipo de atenciones. Luego vinieron los canelones de espinacas, pero
no podíamos calentarlos ni así se lo podían comer. Igual pasó con otro
kit de calamares con arroz, que nos lo devolvían porque tampoco se
podían calentar. Por fin, les llevamos sandwiches de jamón cocido de
pavo y queso, pero Interior nos dijo que no lo hiciéramos, por seguridad
de los migrantes. El Ayuntamiento compró dos días frutas, pero es
complicado conseguir bastante para tanta gente. Ayer una chica recogió
dinero y podremos darle fruta durante dos días".
En
efecto, según la versión oficial, la alimentación de esta amplia colonia
de transeúntes, consistía en un kit proporcionado por el Ministerio del
Interior, que hace las veces de las tres comidas principales y que se
distribuye tres veces al día; está compuesto por 4 galletas, 2
palmeritas de hojaldre, 1 zumo/batido, 1 yogur, 1 paquetito de frutos
secos con miel y 2 terrinas pequeñas de mermelada. Las criaturas de
corta edad, las mujeres embarazadas y las personas diabéticas reciben
una alimentación especial, eso sí.
Menores o mayores de edad
Pronto llegó la ley del silencio: “Al principio -comenta Lola-, nos
dejaban hablar con ellos. Ya no. La labor de los traductores es servir
de intérpretes a la guardia civil. Los traductores nos van diciendo
cuando se enteran de algún demandante de asilo; lo que hacemos es que
cogemos los datos y los trasladamos a personas de ACNUR y a un chico que
facilita los datos para hacer la solicitud".
A Paula
le sorprendió que algunos chicos se identificaban como menores, decían
que tenían 16 y la policía les ponía como mayores de edad: "Me llamó la
atención. Cuando yo estaba con la Policía Nacional y le tomábamos datos,
a los menores de edad los apuntaban como mayores. En el registro que
hacía la científica, me refiero; si decían que habían nacido en el 2003,
ponían que en el 2000. Los centros de menores tienen que estar tan
llenos que están dejando salir a los menores como si fueran mayores de
edad, sin darles cobijo. Los agentes, al ver mi sorpresa, me dijeron:
hay algunos que mienten y dicen que son menores, explicaron. Y otros a
los que a lo mejor les ponemos que son mayores para que se vayan juntos y
no se separen del grupo. Tú explícaselo a ellos. Yo simplemente
traduje. Uno se quejó un poco, pero pasaron un poco del tema. Este
chaval está un poco mosqueado, les indiqué. Si se mosquean diles eso,
repitieron".
En el pabellón, los inmigrantes deben
permanecer durante 72 horas, para practicar su identificación y el
papeleo habitual. A partir de ahí, se les entrega la orden de salida
obligatoria y se quedan en libertad o son devueltos, por lo general, a
su país de origen, como suele ocurrir con los marroquíes, en virtud de
los acuerdos vigentes entre España y Marruecos.
Hubo algún que otro episodio de sarna, que no mejoró con la falta de duchas: "Hicimos –señala Lola – un
triaje para la atención sanitaria, intentando averiguar quién pudiera
tener problemas de salud. Los primeros días venían de urgencia cuando
los avisábamos. A partir del lunes, con el área de gestión sanitaria,
empezó a venir una enfermera un rato por la mañana y otro por la tarde.
Se ha establecido una zona de enfermería, con enfermos y bebés, en un
espacio aparte, en otra zona del polideportivo. Desde que montó la
policía nacional la oficina en la entrada del pabellón son más estrictos
con todo".
Se ha creado un chat de whatssapps para
poner en comunicación a los Voluntarios Tarifa, como así se denomina al
grupo. A través de esa vía, se registran demandas y ofrecimientos, se
publican los turnos de reparto de comida y de traducción, se reclaman
medicamentos, toallas, pañales y potitos –a ser posible con un
microondas para poder calentarlos--, zapatos, pantalones o lo que sea
necesario. También se reparten otras tareas y se reclama al voluntariado
que siga las instrucciones de la Guardia Civil para no entorpecer su
trabajo.
No todo en Tarifa es solidaridad. Algunas
informaciones alertando sobre enfermedades que trajeran, a pesar de lo
fornidos que son, desataban las comidillas habituales en las redes
sociales: "Hay una parte de Tarifa que ayuda y que no entiende de
fronteras, y está la parte que tiene histeria colectiva –sonríe Lola
Burgueño--. Ahora hay un virus de gastroenteritis en la ciudad, como en
muchas otras, pero aquí, algunos, todo lo achacan a los inmigrantes".
De Barbate a Motril
También en Barbate, el polideportivo municipal Kiko Narváez, de la
Granja, sirve ocasionalmente para acoger inmigrantes,"un albergue
temporal", como le definen: hasta 378 pasaron por allí en un solo día:
"Este es un tema que excede al Ayuntamiento y que concierne a Europa",
protestó el alcalde, Miguel Molina, al
agradecer también la ayuda prestada por voluntarios movilizados desde el
Ayuntamiento, pero también desde Cruz Roja, la Asociación Pro Derechos
Humanos de Andalucía, o Cáritas.
"Se ha demostrado
nuevamente que Barbate es un pueblo solidario, que ha estado a la altura
de las circunstancias, y eso nos enorgullece especialmente", ha
indicado el primer edil.
El Ayuntamiento de
Algeciras, la ciudad donde se proyecta un nuevo CIE para sustituir a la
vieja prisión que actualmente se utiliza para ello, ha habilitado dos
polideportivos para acoger a los recién llegados, el Andrés Mateo y el
Manuel Marín Grandy, de 900 metros cuadrados cada uno. En su caso, el
Consistorio ha tenido que esperar a que terminen las competiciones que
estaban previstas y la propia Feria Real que concluyo el pasado domingo.
En el entretanto, muchos inmigrantes tuvieron que dormir prácticamente
al raso en el interior del puerto algecireño. Por las mismas
instalaciones donde cada verano discurre el grueso de la Operación Paso
del Estrecho, la Guardia Civil tuvo que improvisar un centro de
recepción sin camas ni recursos, donde albergarles. Entre los viajeros,
dos bebés y un menor de siete años: “Vergüenza, caos, desastre”, fueron
las palabras elegidas por Rafael Lara, portavoz de la Asociación Pro
Derechos Humanos de Andalucía.
Jerez, en cambio,
madrugó a la hora de ofrecer sus instalaciones. Primero, para acoger a
los viajeros del “Aquarius”. La alcaldesa, Mamen Sánchez, llamó a la vicepresidenta Carmen Calvo
y puso su ciudad en el mapa de los doscientos municipios que se
prestaban a acoger a los náufragos que arribaron al puerto de Valencia.
Luego, se encargó de acoger a los que llegaban de distinta manera a
otros puntos de la costa.
A su vez, los albergues
juveniles de Jerez y de Algeciras acogieron a un amplio número de
inmigrantes, un reguero fraterno al que se suman Málaga, Motril –donde
también tuvo que habilitarse otro polideportivo-- o Almería. Por no
hablar de los autobuses que los han llevado a Córdoba o a Bilbao. Nadie
es perfecto. Ni nada. Frente a la solidaridad vecinal, la situación
provoca serias dudas entre las ONGs sobre una asistencia letrada eficaz
para aquellos que puedan demandar asilo o no ser devueltos de inmediato a
su punto de partida. Del polideportivo de Barbate llegaron a escapar
unos cuantos marroquíes, entre quienes figuraban varios menores. Nadie
puede ponerle, de hecho, puertas al monte. Se las ponemos al mar. Y los
muertos, allí, también se cuentan por miles.
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