Operación Chamartín: cómo hacer negocio privado a costa del suelo público
Hacer negocio privado a costa de lo público ha sido una constante que es imprescindible detener de manera inmediata
El suelo público debe seguir siendo público y al servicio de las necesidades sociales, y por ese motivo hay que usarlo para dar solución al déficit de dotaciones sociales y espacios verdes
El suelo público debe seguir siendo público y al servicio de las necesidades sociales, y por ese motivo hay que usarlo para dar solución al déficit de dotaciones sociales y espacios verdes

Una de las puertas que
se abre tras la moción de censura que ha llevado a Rajoy de Moncloa a
Santa Pola es la posibilidad real de que se produzca un vuelco en las
políticas opacas, corruptas y al servicio de la oligarquía financiera
que el gobierno del Partido Popular ha protagonizado en los últimos
años.
Hacer negocio privado a costa de lo público ha
sido una constante que es imprescindible detener de manera inmediata.
Por eso, los principios e instrumentos de actuación pública en materia
de urbanismo fueron siempre los grandes olvidados por la derecha en
nuestro país. Y un ejemplo claro es el desarrollo de la Operación
Chamartín en la ciudad de Madrid que, si bien nacieron bajo el gobierno
del PSOE en 1993, su deriva -siempre buscando el beneficio de los
intereses privados- ha ido incrementándose con las consecuentes
renovaciones de convenios y pactos entre ADIF, DCN (formada por el BBVA y
la Constructora San José) y el Ayuntamiento de Madrid.
Pero las circunstancias han cambiado y la llegada al
gobierno del Partido Socialista debería suponer un giro radical en las
políticas que ha implementado el Partido Popular. Nadie podría entender
que siguiera primando la opacidad y el lucro de las élites en vez de las
necesidades de la mayoría social.
Por eso Izquierda
Unida, en el marco del Grupo Parlamentario Confederal Unidos Podemos, En
Comú Podem, En Marea, presentó la semana pasada una Proposición No de
Ley pidiendo al gobierno actual la cancelación del convenio entre ADIF y
DCN y emplazando, asimismo, a formalizar un convenio entre
administraciones públicas que ponga solución a las necesidades de los
barrios adyacentes a la estación y garantice que el suelo público es
empleado con fines puramente sociales.
Desde nuestra
organización política hemos defendido abiertamente que hay alternativa a
las políticas especulativas de la derecha y esta pasa por mejorar la
cohesión territorial, la creación de empleo de calidad, la dotación de
espacios verdes y servicios sociales, frenar la especulación y
garantizar que la vivienda y el suelo público esté al servicio de la
gran mayoría social. Y eso está en las antípodas de los distintos
desarrollos planteados en la Operación Chamartín, vinculados a la
privatización del suelo público a través del acuerdo firmado entre el
Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) y la empresa
Distrito Castellana Norte (DCN), que han sustituido la defensa del
interés general por el particular del BBVA, las constructoras y una
empresa pública que acumula más de 16.000 millones de deuda por su mala
gestión y planificación de infraestructuras ferroviarias centradas en la
alta velocidad en lugar de favorecer el desarrollo de un tren público y
social de calidad.
Es también destacable la absoluta
opacidad que planea sobre el convenio firmado y las consecutivas
renovaciones pactadas entre DCN y ADIF a lo largo de los años.
Recientemente leíamos, tras la presentación de nuestra PNL, que el
convenio finalizaba el próximo diciembre. Sin embargo, tal y como
demostró Izquierda Unida, las cuentas anuales auditadas de ADIF
reflejaban que este acuerdo finalizaba el 31 de agosto del presente año.
¿Qué condiciones establece dicho convenio? ¿Qué obligaciones reconocía a
ambas partes? ¿Bajó qué circunstancias se firmaron las consecuentes
renovaciones que permitían incrementar el suelo a disposición de DCN de
un acuerdo al siguiente?
No son dudas menores y es
increíble que, pese a la multitud de solicitudes de acceso al expediente
que contiene dicho convenio presentadas por organizaciones y colectivos
como la FRAVM o Ecologistas en Acción, éste nunca ha sido publicado lo
que es un evidente ejercicio de opacidad intencionada solamente
explicable desde la inclusión de cláusulas y condiciones lesivas en el
mismo.
Es hora de apostar por la defensa de
principios democráticos y de transparencia en la gestión pública de los
recursos de todas y todos. No en vano, la mayoría que ha desalojado al
Partido Popular de la Moncloa presume de haber demostrado en sus
gobiernos su compromiso con la transparencia en contraposición a lo que
ha hecho la derecha. Pero la transparencia no puede limitarse únicamente
a la publicación del patrimonio de cada uno de los cargos públicos, de
sus agendas, y facilitar el acceso a estas publicaciones. La
transparencia también debe garantizar el acceso ágil y universal a los
expedientes en los que se decide sobre el patrimonio público.
El gobierno del PSOE debe publicar los convenios firmados entre ADIF y
DCN y no renovar el acuerdo. Esta cancelación no exige ninguna
compensación ya que no hay derechos reconocidos y está plenamente en su
mano realizarlo para abandonar algo perjudicial para los intereses de la
ciudad. El suelo público debe seguir siendo público y al servicio de
las necesidades sociales, y por ese motivo hay que usarlo para dar
solución al déficit de dotaciones sociales y espacios verdes. Se trata
de una oportunidad de oro para abordar el problema de la vivienda en la
ciudad de Madrid y por ello, la que se vaya a construir debe ser
mayoritariamente pública, en régimen de alquiler y a precios asequibles.
Y todo lo anterior es perfectamente compatible con la necesaria reforma
de la estación ferroviaria de Chamartín.
Para
conseguirlo solamente hace falta voluntad política y el trabajo conjunto
de unas Administraciones Públicas que se guíen con un único objetivo:
el interés común.
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