miércoles, 4 de julio de 2018

Necesitamos una ciudadadanía con muchas conciencias como la de Inés Sabanés

"Necesitamos un marco estatal para eliminar plásticos y envases innecesarios" 

La delegada de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, Inés Sabanés, habla con 'Público' sobre la nueva estrategia de residuos de la ciudad, que implica el cierre de la incineradora de Valdemingómez y el reto de gestionar nuevos modelos para una ciudad que produce casi 400 kilos de basura por habitante y año.

Inés Sabanés, en la azotea del Ayuntamiento de Madrid. ERLY QUIZHPÉ

El Ayuntamiento de Madrid quiere cambiar la gestión de los residuos de la capital: dejar de quemar, enviar menos al vertedero, reducir de forma drástica la basura que se genera y aumentar los porcentajes de reciclaje. Pero el reto no es fácil, porque entre los compromisos está cerrar la incineradora de Valdemingómez, donde cada año se queman 300.000 toneladas de basura urbana en una ciudad que produce casi 400 kilos de desechos por habitante y año y que acaba de estrenarse con el contenedor marrón, el de la fracción orgánica. Desde su despacho en Cibeles, la delegada de Medio Ambiente y Movilidad, Inés Sabanés, recibe a Público en una entrevista sobre este y otros objetivos en materia medioambiental del consistorio.

Cada madrileño genera al año casi 400 kilos de basura. Sólo entre un 20% y un 30% se destina a reciclaje. El resto acaba en vertederos, o quemado, parte sin tratamiento previo. ¿Qué ha pasado con la gestión de los residuos en esta ciudad?

Madrid lo que no ha tenido hasta ahora es una recogida selectiva orgánica. Sí que hay un proceso de tratamiento, sea más efectivo o menos. Pero si tienes en cuenta que estamos empezando ahora, pues claro, vamos muy retrasados.

Han anunciado el cierre de la incineradora de Valdemingómez en 2025. El contrato actual expira en 2020. ¿Por qué han decidido alargar su vida hasta entonces?

Porque es imposible no hacer una transición. No se trata de un contrato, se trata de un modelo, y de ir avanzando para ir a mejor separación en origen, a más fracciones de reciclado, para que el resto no reciclable disminuya drasticamente.

Valdemingómez quema unas 300.000 toneladas de residuos cada año... es mucha basura a eliminar. ¿Cuál es el plan?

Desde ahora que sacamos la estrategia, y con carácter inmediato, tenemos que hacer ordenadamente un plan para incrementar la eficacia en todas las fracciones de basuras para reducir el 50% de la incineración en 2022 y el total en 2025. Creemos que es viable y posible. Y necesitamos reducir, eliminar sobreembalajes, plásticos, toallitas.... pero para eso necesitamos un marco estatal que nos permita una reducción drástica de lo que en teoría iría a eliminación. No podemos pensar en los residuos desde dónde van a ir a parar, sino desde cómo iniciamos el proceso.
Inés Sabanés, en la entrevista. E. QUIZHPÉ

¿Se han planteado alguna normativa para restringir el uso de productos de un sólo uso o determinados materiales, como ha propuesto Unidos Podemos en el Congreso?

No. Hay una parte muy importante que podemos hacer nosotros con prevención, con información, poniendo cláusulas de sostenibilidad en los actos o llevándolo a cabo nosotros mismos en nuestras propia actividad como Ayuntamiento, pero hay cosas sobre las que no tenemos capacidad de regular. Necesitamos concurrencia de otras normativas, incentivos fiscales, marcos que ordenen y que sean mucho más elaborados todavía que nuestro propio plan para reducir el plástico, el envasado absolutamente innecesario, la multitud de bandejas y envoltorios que incrementan nuestra cantidad de basura. A la gente le produce un enorme impacto cuando ve lo que está pasando en los océanos, pero eso tiene una vida previa.

¿Se lo han transmitido al nuevo Ministerio de Transición Ecológica?

La ministra ha estado hoy aquí y creo que van en esa línea. Tenemos confianza en la Ley de Cambio Climático que según dice el Ministerio estará lista en septiembre y en otros marcos normativos de residuos o de calidad de aire, donde necesitamos regulación en fiscalidad, de plazos, e incluso de coordinación a efectos de financiación.

El lunes comenzó el veto a las bolsas de plástico. Parece que muchas de las medidas que se necesitan pasan por prohibir, o por restringir, aunque a las administraciones nos les guste esa palabra...

Hay que profundizar más en el tipo de materiales. Una bolsa de plástico se usa 16 minutos y tarda 50 años en degradarse, y yo estoy convencida de que a través de la tecnología y la investigación podemos hacer las cosas mejor. Materiales que desaparezcan de forma más natural, que se incorporen al ciclo de la economía circular y que no dejen esta huella ecológica tan brutal. Y luego hay una cosa muy importante, que es poder desacoplar el modelo de crecimiento al modelo de residuos. No hay que asociar uno a lo otro, y que en los años de crisis se produzca una reducción de la basura y en los de la recuperación, vuelvan a crecer. Al igual que la contaminación.
Inés Sabanés, en la entrevista. E. QUIZHPÉ

Luego hay un tema de concienciación. En Madrid el 49% de los residuos que van a parar al contenedor amarillo son impropios, es decir, no deberían estar allí. Y llevamos 20 años con el contenedor amarillo...

Y también de información. Con el contenedor marrón se va a desplegar ahora  información individualizada para que la gente identifique de forma más precisa qué va en cada cubo. Se necesita una información muy precisa que ayude a la gente. También habrá una plataforma informativa y datos en abierto para que la gente sepa lo que supone el coste de tratamiento de los residuos y que además pueda servir para empujar esa concienciación y participación.

Acaban de firmar un contrato para el suministro de electricidad en las instalaciones municipales que por primera vez será de origen 100% renovable y que ha dejado fuera a las grandes eléctricas. Además, pretenden ser autosuficientes en 2030 con la instalación de paneles. ¿Ha sido tan difícil salirse del mercado eléctrico tradicional? Son el Ayuntamiento más grande de España.

Bueno, quizás ese es uno de los debates en los que estamos avanzando más. Hay que hacer un debate mucho más ciudadano acerca de lo que consumimos y cómo lo hacemos. Es bastante obvio que en un país y en una ciudad como la nuestra, las instalaciones municipales tenemos que tender a rebajar el impacto del uso y a que las fuentes sean de origen renovable. Es algo muy consolidado en Europa, que debería ser sencillo, y que requiere una reflexión común. Es una oportunidad, para nosotros vital, de reducir emisiones. Estamos alineados con lo que dice Europa y alineados con lo que dice el Ministerio y por tanto no debería ser extraño. Lo extraño es que no se haya abordado antes.

Madrid lleva incumpliendo los límites legales de contaminación desde 2010, incluso con los protocolos para episodios de alta contaminación. Ahora lo han endurecido. ¿Cree que las nuevas medidas servirán?

Lo más importante son las medidas estructurales. El protocolo sirve para actuar de emergencia cuando ya no nos queda otra. Pero el cambio de la flota, el plan para Madrid centro, la reducción de velocidad en algunas áreas de la ciudad, el cambio de modelo energético, etc., son medidas para poder cumplir. Hemos hecho una apuesta muy grande por la renovación de la flota del taxi y del autobús. Madrid tiene una buena red de transporte colectivo, posiblemente la mejor de muchas ciudades que podamos conocer, y nos quedan los bus-vao de entrada a la ciudad. Para nosotros es fundamental que haya carriles de acceso a Madrid reservados para el transporte público, que la gente vea que llegar desde fuera a Madrid es fácil. Cambiar el modelo de movilidad, que sea mucho más intermodal y de fomento del transporte público. Eso es lo fundamental.

¿Cree que la gente lo entiende más ahora que cuando llegaron? Porque se armó una gorda.

Seguro. Ahora hay mucha gente que nos pide que seamos más estrictos. Hemos pasado de una situación de crítica y de no entendimiento a decir que hay que ser más drásticos. Yo creo que la gente ha entendido algo muy claro, que es que lo que nos estamos jugando es la salud. Que no podemos asumir como una circunstancia normal una contaminación que altera, impacta y afecta la salud de la gente. Y han ido tan o más deprisa que nosotros. Han pasado de llamarnos cochófobos a creer que hay que ir más deprisa. La primera vez que nosotros aplicamos el protocolo parecía que se iba a acabar el mundo, y la gente respondió.

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