"Necesitamos un marco estatal para eliminar plásticos y envases innecesarios"
La delegada de Medio Ambiente y Movilidad del
Ayuntamiento de Madrid, Inés Sabanés, habla con 'Público' sobre la nueva
estrategia de residuos de la ciudad, que implica el cierre de la
incineradora de Valdemingómez y el reto de gestionar nuevos modelos para
una ciudad que produce casi 400 kilos de basura por habitante y año.
El Ayuntamiento de Madrid quiere cambiar la gestión de los residuos de
la capital: dejar de quemar, enviar menos al vertedero, reducir de
forma drástica la basura que se genera y aumentar los porcentajes de
reciclaje. Pero el reto no es fácil, porque entre los compromisos está
cerrar la incineradora de Valdemingómez, donde cada año se queman
300.000 toneladas de basura urbana en una ciudad que produce casi 400
kilos de desechos por habitante y año y que acaba de estrenarse con el contenedor marrón,
el de la fracción orgánica. Desde su despacho en Cibeles, la delegada
de Medio Ambiente y Movilidad, Inés Sabanés, recibe a Público en una
entrevista sobre este y otros objetivos en materia medioambiental del
consistorio.
Cada madrileño genera al año casi 400 kilos de basura. Sólo entre un 20% y un 30% se destina a reciclaje. El resto acaba en vertederos, o quemado, parte sin tratamiento previo. ¿Qué ha pasado con la gestión de los residuos en esta ciudad?
Madrid lo que no ha tenido hasta ahora es una
recogida selectiva orgánica. Sí que hay un proceso de tratamiento, sea
más efectivo o menos. Pero si tienes en cuenta que estamos empezando
ahora, pues claro, vamos muy retrasados.
Han anunciado el cierre de la incineradora de Valdemingómez en 2025. El contrato actual expira en 2020. ¿Por qué han decidido alargar su vida hasta entonces?
Porque es imposible no hacer una transición. No se
trata de un contrato, se trata de un modelo, y de ir avanzando para ir a
mejor separación en origen, a más fracciones de reciclado, para que el
resto no reciclable disminuya drasticamente.
Valdemingómez quema unas 300.000 toneladas de residuos cada año... es mucha basura a eliminar. ¿Cuál es el plan?
Desde ahora que sacamos la estrategia, y con carácter
inmediato, tenemos que hacer ordenadamente un plan para incrementar la
eficacia en todas las fracciones de basuras para reducir el 50% de la
incineración en 2022 y el total en 2025. Creemos que es viable y
posible. Y necesitamos reducir, eliminar sobreembalajes, plásticos,
toallitas.... pero para eso necesitamos un marco estatal que nos permita
una reducción drástica de lo que en teoría iría a eliminación. No
podemos pensar en los residuos desde dónde van a ir a parar, sino desde
cómo iniciamos el proceso.
¿Se han planteado alguna normativa para restringir el uso de productos de un sólo uso o determinados materiales, como ha propuesto Unidos Podemos en el Congreso?
No. Hay una parte muy importante que podemos hacer
nosotros con prevención, con información, poniendo cláusulas de
sostenibilidad en los actos o llevándolo a cabo nosotros mismos en
nuestras propia actividad como Ayuntamiento, pero hay cosas sobre las
que no tenemos capacidad de regular. Necesitamos concurrencia de otras
normativas, incentivos fiscales, marcos que ordenen y que sean mucho más
elaborados todavía que nuestro propio plan para reducir el plástico, el
envasado absolutamente innecesario, la multitud de bandejas y
envoltorios que incrementan nuestra cantidad de basura. A la gente le
produce un enorme impacto cuando ve lo que está pasando en los océanos,
pero eso tiene una vida previa.
¿Se lo han transmitido al nuevo Ministerio de Transición Ecológica?
La ministra ha estado hoy aquí y creo que van en esa
línea. Tenemos confianza en la Ley de Cambio Climático que según dice
el Ministerio estará lista en septiembre y en otros marcos normativos de
residuos o de calidad de aire, donde necesitamos regulación en
fiscalidad, de plazos, e incluso de coordinación a efectos de
financiación.
El lunes comenzó el veto a las bolsas de plástico. Parece que muchas de las medidas que se necesitan pasan por prohibir, o por restringir, aunque a las administraciones nos les guste esa palabra...
Hay que profundizar más en el tipo de materiales.
Una bolsa de plástico se usa 16 minutos y tarda 50 años en degradarse, y
yo estoy convencida de que a través de la tecnología y la investigación
podemos hacer las cosas mejor. Materiales que desaparezcan de forma más
natural, que se incorporen al ciclo de la economía circular y que no
dejen esta huella ecológica tan brutal. Y luego hay una cosa muy
importante, que es poder desacoplar el modelo de crecimiento al modelo
de residuos. No hay que asociar uno a lo otro, y que en los años de
crisis se produzca una reducción de la basura y en los de la
recuperación, vuelvan a crecer. Al igual que la contaminación.
Luego hay un tema de concienciación. En Madrid el 49% de los residuos que van a parar al contenedor amarillo son impropios, es decir, no deberían estar allí. Y llevamos 20 años con el contenedor amarillo...
Y también de información. Con el contenedor marrón
se va a desplegar ahora información individualizada para que la gente
identifique de forma más precisa qué va en cada cubo. Se necesita una
información muy precisa que ayude a la gente. También habrá una
plataforma informativa y datos en abierto para que la gente sepa lo que
supone el coste de tratamiento de los residuos y que además pueda servir
para empujar esa concienciación y participación.
Acaban de firmar un contrato para el suministro de electricidad en las instalaciones municipales que por primera vez será de origen 100% renovable y que ha dejado fuera a las grandes eléctricas. Además, pretenden ser autosuficientes en 2030 con la instalación de paneles. ¿Ha sido tan difícil salirse del mercado eléctrico tradicional? Son el Ayuntamiento más grande de España.
Bueno, quizás ese es uno de los debates en los que
estamos avanzando más. Hay que hacer un debate mucho más ciudadano
acerca de lo que consumimos y cómo lo hacemos. Es bastante obvio que en
un país y en una ciudad como la nuestra, las instalaciones municipales
tenemos que tender a rebajar el impacto del uso y a que las fuentes sean
de origen renovable. Es algo muy consolidado en Europa, que debería ser
sencillo, y que requiere una reflexión común. Es una oportunidad, para
nosotros vital, de reducir emisiones. Estamos alineados con lo que dice
Europa y alineados con lo que dice el Ministerio y por tanto no debería
ser extraño. Lo extraño es que no se haya abordado antes.
Madrid lleva incumpliendo los límites legales de contaminación desde 2010, incluso con los protocolos para episodios de alta contaminación. Ahora lo han endurecido. ¿Cree que las nuevas medidas servirán?
Lo más importante son las medidas estructurales. El
protocolo sirve para actuar de emergencia cuando ya no nos queda otra.
Pero el cambio de la flota, el plan para Madrid centro, la reducción de
velocidad en algunas áreas de la ciudad, el cambio de modelo energético,
etc., son medidas para poder cumplir. Hemos hecho una apuesta muy
grande por la renovación de la flota del taxi y del autobús. Madrid
tiene una buena red de transporte colectivo, posiblemente la mejor de
muchas ciudades que podamos conocer, y nos quedan los bus-vao de entrada
a la ciudad. Para nosotros es fundamental que haya carriles de acceso a
Madrid reservados para el transporte público, que la gente vea que
llegar desde fuera a Madrid es fácil. Cambiar el modelo de movilidad,
que sea mucho más intermodal y de fomento del transporte público. Eso es
lo fundamental.
¿Cree que la gente lo entiende más ahora que cuando llegaron? Porque se armó una gorda.
Seguro. Ahora hay mucha gente que nos pide que
seamos más estrictos. Hemos pasado de una situación de crítica y de no
entendimiento a decir que hay que ser más drásticos. Yo creo que la
gente ha entendido algo muy claro, que es que lo que nos estamos jugando
es la salud. Que no podemos asumir como una circunstancia normal una
contaminación que altera, impacta y afecta la salud de la gente. Y han
ido tan o más deprisa que nosotros. Han pasado de llamarnos cochófobos a
creer que hay que ir más deprisa. La primera vez que nosotros aplicamos
el protocolo parecía que se iba a acabar el mundo, y la gente
respondió.
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