Las ciudades necesitan viviendas para sus habitantes, no para los inversores
Como alcaldes de Londres y Barcelona, creemos que estamos ante una
emergencia. La forma en que funciona el mercado de la vivienda debe
cambiar
Durante muchos años, ciudades de
todo el mundo han estado enfrentándose a una creciente agresividad y
especulación en el mercado inmobiliario –de especuladores que ven la
vivienda en nuestras ciudades como un bien del que sacar beneficio en
lugar de hogares para la gente a la que representamos–.
En muchos casos, los especuladores toman decisiones a miles de
kilómetros de distancia. Sin embargo, su impacto en la vida y el alma de
nuestras ciudades se siente muy cerca de casa. El centro de nuestras
ciudades corre el riesgo de quedarse vacío a medida que se desplaza a
comunidades dinámicas, se cierran tiendas y aumenta el precio de la
vivienda de forma exorbitante.
Nuestros grupos comunitarios y gobierno local, como la
parte de la vida cívica más cercana a la gente y más sensible a sus
problemas cotidianos, a menudo han sido los primeros en advertir de los
riesgos que estas prácticas traen consigo en cuanto a la supervivencia
de nuestras ciudades.
Para que los líderes de las
ciudades puedan abordar este problema, necesitan urgentemente más
recursos y poderes para aumentar la oferta de alquiler social y otros
tipos de vivienda asequible y para reforzar los derechos de los
inquilinos.
Las ciudades no son simplemente un
conjunto de edificios, calles y manzanas. También son la suma de su
gente. Ellos son los que ayudan a crear vínculos sociales, construir
comunidades y desarrollarse en los lugares de los que estamos tan
orgullosos de vivir.
Por eso estamos resueltos a
cambiar la forma en que funciona la vivienda en las ciudades que
representamos. Estamos construyendo más viviendas de alquiler social y
asequibles, haciendo todo lo posible para fortalecer los derechos de los
inquilinos y tomando medidas drásticas contra las malas prácticas de
constructores y propietarios siempre que podemos.
Pero nos enfrentamos a un problema complejo que opera a nivel global.
Nos siguen faltando el poder y los recursos que nos permitirían regular
el mercado inmobiliario, proteger los derechos de los arrendatarios a
quedarse en sus casas y hacer de la mendicidad y las noches al raso algo
del pasado.
Mientras tanto, nuestros gobiernos
nacionales, por contraste, parecen contentos de abandonar las ciudades a
su suerte. Les pedimos que aborden este problema dándonos los recursos y
poderes que necesitamos para construir todos los alquileres sociales y
otras viviendas asequibles que necesitamos y para asegurarnos de que los
inquilinos estén protegidos en sus casas. Las ciudades globales se
enfrentan a una emergencia de vivienda. Si no nos aseguramos de que el
propósito de la vivienda es, antes que nada, proporcionar hogares a
nuestros ciudadanos en lugar de bienes de especulación, nos costará
mucho construir ciudades habitables para nuestros ciudadanos y para las
próximas generaciones.
Alcaldes y gobiernos locales
de ciudades de todo el mundo están trabajando juntos para compartir
conocimiento y encontrar soluciones a la crisis de vivienda. Es nuestro
deber hacer todo lo posible para mejorar las vidas de los ciudadanos y
que estos se involucren totalmente en nuestras comunidades. Solo
tendremos éxito si podemos asegurarnos de que todas las personas en
nuestras ciudades tienen acceso a una vivienda decente, segura y
asequible.
Ada Colau es la alcaldesa de Barcelona y Sadiq Khan es el alcalde de Londres
Traducido por Javier Biosca Azcoiti
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