Explotador honoris causa
El caso de Cifuentes y su presunto máster es ilustrativo del estado
de la universidad pública, pero no es el único ejemplo de una endémica
falta de ejemplaridad
La Universidad de Murcia invistió hace unos días como doctor honoris causa al empresario murciano Tomás Fuertes, propietario de El Pozo Alimentación
La Universidad de Murcia invistió hace unos días como doctor honoris causa al empresario murciano Tomás Fuertes, propietario de El Pozo Alimentación

Para hacerse una idea de
cómo está la Universidad pública en el Estado español resulta muy
ilustrativo el caso de Cifuentes y su presunto máster en la Rey Juan
Carlos de Madrid. Pero no es el único ejemplo de una endémica falta de
ejemplaridad. Hace unos días, la Universidad de Murcia invistió como
doctor honoris causa al empresario murciano Tomás Fuertes. A su
entramado de empresas familiares, el Grupo Fuertes, pertenece El Pozo
Alimentación, cuyas prácticas de explotación animal y laboral quedaron
patentes en el programa Salvados, horrorizando e indignando a una audiencia que anunció masivamente que dejaría de consumir productos de esta marca.
El Gobierno salió de inmediato en defensa de esa empresa y de toda la
industria de la carne, a través de una bochornosa e irresponsable
intervención pública de la ministra Tejerina (quien ni siquiera había
visto el programa de Évole, como declaró ella misma). Pero para el
sistema explotador no era suficiente y tenía preparada desde hacía meses
(el lobby de la carne conoció en septiembre de 2017 que se emitiría ese
programa) otra jugada de apoyo al capo explotador: una de esas
ceremonias de toga y birrete cuyas fotos legitiman cualquier biografía.
Porque sabían que el prestigio de Tomás Fuertes y su familia iba a
quedar, por decirlo en sentido estricto, salpicado de mierda. Sabían que
mermarían unos beneficios (el año pasado facturaron más de 1.600
millones de euros) conseguidos pisoteando los derechos humanos y no
humanos. Sabían que cuando se vieran las oscuras verdades de sus
negocios la imagen del Grupo Fuertes quedaría gravemente manchada. Así
que el lobby hizo el trabajito de lavarle la sangre, el sudor y las
lágrimas de sus explotados poniéndole al patriarca un birrete de colores
en las magnas aulas de la Universidad. La misma estrategia que cuando
conceden a un torero la medalla de las Bellas Artes.
El explotador de humanos y no humanos tampoco tuvo
suficiente con tapar su porquería con el disfraz universitario y dedicó
después unas palabras a las personas animalistas. Unas palabras
indignas, como corresponde a su perfil. Podría haberlas callado y el
simulacro de honorabilidad habría resultado algo menos indecente. Pero
no. Aprovechó los focos para burlarse de sus víctimas, diciendo que las
animalistas pretendemos que “laven los dientes a los cerdos todos los
días después de desayunar”. Tras haber visto a los cerdos en una de las
granjas proveedoras de El Pozo (y en todas las que durante años ha
investigado y sacado a la luz el activismo en defensa de los animales),
esa burla es una infamia propia de alguien a quien la sociedad no debe
premiar, muy al contrario.
Sin embargo, la
Universidad de Murcia lo ha hecho. Distinguir a Fuertes como doctor
honoris causa es reconocerle una reputación, unos méritos y una virtud
intachables. Se le impone el birrete “para que no solo deslumbres a la
gente, sino que además, como con el yelmo de Minerva, estés preparado
para la lucha”. Se le impone el anillo de la Sabiduría. Se le imponen
unos guantes blancos “símbolo de la pureza que deben conservar tus manos
en tu trabajo”. Se le impone el libro “para que descubras los secretos
de la Ciencia”. Y finalmente se le indica: “Toma asiento en la cátedra
de la Sabiduría, y desde ella, descollando por tu ciencia, enseña,
orienta, juzga y muestra tu magnificencia en la universidad, en el foro y
en la sociedad”. Pero toda la magnificencia que habría de mostrar Tomás
Fuertes se tornó en eructo pestilente a torrezno: lavar los dientes a
los cerdos...
Así está nuestra Universidad.
Reconociendo el “alto honor” de un empresario que se mofa del
sufrimiento con el que se enriquece su familia y se pitorrea de las
personas y organizaciones que alertan a la sociedad de la falta de ética
de sus procedimientos. Así está nuestra Universidad. Otorgando la
calidad de sabio a alguien que falta a la verdad, pues Fuertes volvió a
mentir cuando dijo que los cerdos que vimos en Salvados
estaban en un área sanitaria para su recuperación y que no pasan a la
cadena alimentaria, lo cual es falso. Pero parece que la Universidad
pública española admite sin empacho las falsedades. Asumió las emitidas
por Cifuentes cuando estalló el escándalo de su presunto máster y aún
estamos a la espera de las conclusiones de la investigación interna.
Hay muchas manos que se llevan a la cabeza cuando en el degradado
contexto de la Universidad pública española se producen protestas
estudiantiles como la que vivió el ex presidente Felipe González en la
Autónoma de Madrid o la que tuvo lugar en la Universidad de Murcia
durante la ceremonia de investidura como doctor honoris causa del
explotador Tomás Fuertes. Pero esa acción que llevó a cabo un grupo de
estudiantes murcianos fue en ese acto lo único cercano a la dignidad.
Por muy “encapuchados” que fueran. Repartieron pasquines con información
veraz (que el del birrete de colorines explota a humanos y no humanos) y
abandonaron la sala sin oponer otra resistencia que aquella,
intelectual y política, que hizo de la Universidad un espacio generador
de verdadera sabiduría e impulsor de conocimiento y de cambio. Viendo a
quién inviste doctor honoris causa o a quién y cómo expide másteres, la
Universidad debe volver a ser aquel espacio de resistencia.
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Ningún rey de la charcutería achopijo fashion, por más brillante que fuese su currículum, podría soñar con llegar a semejantes alturas meritorias ni una universidad pública en un país democrático de la Europa del siglo XXI caer y despeñarse a tales bajuras éticamente catatónicas y hasta estéticamente impresentables...¿Qué habría dicho de este atraco a la sensatez y a la inteligencia Ibn-Arabi en la Murcia medieval?
'Indecencia y garrulismo cañí', qué pasodoble para los toros o qué temazo para una posible tesis con la Cifu o la Cospe, la Aguirre, la Montserrat, la Botella, la Villalobos o la SSS como doctorandas, ¿a que sí? Con ese elenco marujo, a nada que descuidemos las torres vigías, hasta el feminismo se nos puede evaporar como ppantano gestionado por Rajoy y su primo. Y con tales doctores Horroris Causa, marca el pozo (negro y fecal of course), ya es el remate por fin de existencias.
Pobre universidad...Gaudeamos igitur...Ains!
Hay ocasiones en que la realidad es mucho más heavy que la más atrevida y delirante de las imaginaciones. Maremeua...quina penya!
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