El techo de cemento

Cuánto más se ha ido
acercando la huelga de mujeres del 8M, más ilustres voces masculinas han
salido a explicarnos lo mucho que han avanzado las mujeres, las grandes
oportunidades que ahora se les ofrecen o la enorme simpatía y afecto
que despiertan todas sus causas, aunque siempre con cuidado y dentro de
unos límites, no vaya a ser que salga algún hombre herido y no se lo
merezca. Porque, amigos, el feminismo y sus campañas contra la violencia
sexual son hoy la verdadera amenaza para el Estado de derecho, la
presunción de inocencia y el derecho a un juicio justo.
Cuánto más se ha ido acercando la huelga de mujeres del 8M, más
ilustres intelectuales y académicos masculinos han salido también a
advertirnos que el castellano y la libertad en general peligran por esa
terrible amenaza llamada “feminismo radical”. Muchos incluso han corrido
a contarnos cómo, en su suponemos dilatada y amplísima experiencia como
mujeres, nunca han percibido o presenciado que ser mujer tuviera
impacto alguno sobre sus carreras profesionales. Porque de nuevo,
amigos, si alguien miente aquí es el feminismo y si queda machismo en el
mundo es el que provocan los excesos feministas.
Cuánto más se ha ido acercando la huelga de mujeres del
8M, más ilustres voces femeninas han salido a acusar a las convocantes
de la huelga de convertir a las mujeres en víctimas, de no reconocer la
privilegiada situación en que se halla la mujer española con respecto a
la dramática situación que sufren las mujeres en otras latitudes o a
reclamar que se reconozca que hay violencia contra las mujeres -48
mujeres y 8 niños asesinados y 27 huérfanos solo en 2017- pero también
hay evidencia científica de la temible “agresión femenina” ( Manifiesto No Nacemos Víctimas);
suponemos que se referirán al 0,01% de denuncias falsas por violencia
de género según datos de la propia fiscalía. Y es que, amigas y amigos,
alguien tenía que decirlo: la ideología feminista constituye la
principal amenaza contra la libertad y el bienestar de las mujeres
españolas para quienes, hoy en día, el cielo es el límite; aunque casi
nueve de cada diez respalden la huelga, ocho de cada diez crean que su
vida es más difícil por ser mujeres, o cinco de cada diez piensen que se
las juzga por su apariencia, se las menosprecia, se las intimida o se
las ignora por ser mujeres ( Encuesta Metroscopia, El País 6/3/2018)
Cuánto más se ha ido acercando la huelga de mujeres del 8M, más
instituciones han ido abandonado su “compresión” y “simpatía” por la
causa de las mujeres, para sumarse a la denuncia del “feminismo mal
entendido” como una amenaza real para la democracia española, silenciada
únicamente por la dictadura de la corrección política. El PP no va a la
huelga porque es elitista e insolidaria con las mujeres que no cobran,
aunque se deslomen a trabajar como madres y cuidadoras y porque la mejor
manera de cobrar igual que los hombres es ir a trabajar más ese día,
Albert Rivera no va a la huelga en defensa del capitalismo y el obispo
de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ya ha sacado al demonio que se
oculta en el feminismo mal entendido mientras nos convence de que no
existe. Así que, amigas feministas, arrepentíos, aún estáis a tiempo;
mañana será tarde.
El techo de cristal vuelve a ser
de cemento y no sólo se despliega con absoluta nitidez, sino que quienes
lo construyen defienden orgullosos su obra utilizando como ladrillos
palabras como libertad, justicia o verdad. Y luego dicen que avanzamos y
no hay razones para la huelga del 8M.
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