Historietógrafos: los historiadores que se han dedicado al blanqueo del franquismo
texto José Ángel López (Público)
En “La Crítica de la Crítica: Inconsecuentes, insustanciales, impotentes, prepotentes y equidistantes” Alberto Reig Tapia denuncia a los que perfuman el cadáver de Franco
Esta obra de Alberto Reig Tapia no es un libro sobre la Segunda República y la Guerra Civil. Es, como su propio título indica La Crítica de la Crítica: Inconsecuentes, insustanciales, impotentes, prepotentes y equidistantes (ed. S. XXI). El autor, Catedrático de Ciencia Política e investigador de largo recorrido, ha dedicado buena parte de su vida académica y profesional a desmontar los mitos cavernarios de toda una corriente de “historietógrafos”, como él los denomina, que se han encargado de re-elaborar estos hechos históricos al margen de evidencias, archivos, y en muchas ocasiones, hasta del más mínimo sentido común y conocimiento histórico. Han gozado del beneplácito de un público que, muy lejanos al ámbito académico e investigador, no están preocupados por el rigor histórico, solo quieren que les acomoden la historia a su particular visión del mundo. Si no fuese por lo peligroso que resulta para las generaciones jóvenes - a las que estos acontecimientos les resulta tan lejanos como las andanzas del Cid- que puedan caer en manipulaciones tan groseras de cuestiones ya objeto de décadas de trabajo de una pléyade de historiadores profesionales de Europa y Estados Unidos, los trabajos de los pseudo-historiadores recogidos en este libro no dejarían de ser más que pasto de la “soberbia, la petulancia” y la manipulación más grosera. Porque, además, el único objetivo de estos autores es derribar décadas de investigación de multitud de historiadores profesionales y rigurosos académicos sin el uso de herramientas de un mínimo rigor metodológico.
Alberto Reig realiza un desbroce imprescindible para separar el grano de la paja, lo serio de lo ridículo y, no se equivoquen. No es un tema puramente ideológico sino una diferenciación meramente profesional que no esté al servicio de intereses espurios, más allá de descalificaciones personales cruzadas con los Pío Moa y César Vidal de turno, como en la página 57 en relación a alusiones familiares en libros previos. Una de las tareas esenciales de parte de esta “historietografía” es el blanqueo de la figura de Franco. Para Reig, autores como Payne -cuyo trabajo sobre el fascismo español publicado clandestinamente por Ruedo Ibérico hace décadas no hacía presagiar la posterior deriva- o Jesús Palacios, “más que ahondar en la vida y la obra de su biografiado -Franco-, que es lo que correspondería, actualizándola, su tarea no es otra que la de perfumar su cadáver, tarea más propia de embalsamadores y taxidermistas que de pretendidos historiadores”(pág. 197)

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