Ayer andaba twitter la mar de revuelto por una controversia sobre la afirmación que hizo Pablo Iglesias sobre la condición socialdemócrata de Marx y Engels. El lado comunista más heavy no pudo resistir el envite y saltó como un muelle: de eso, nada.
Lo cierto es que ambas opiniones tienen razón.
Por supuesto, Marx y Engels fueron los primeros socialdemócratas documentados, científicos y ejecutivos de la historia conocida, porque es imposible que el socialismo funcione sin democracia interna y externa, como es igualmente imposible que una verdadera democracia no sea socialista, porque el fundamento inicial de toda democracia es el bienestar social de la ciudadanía, por encima del dinero, de las ideologías y de los enjuagues del poder.
Ha habido un error conceptual que personajes como Lenin, Stalin o Mao Tsé Tung, manipularon a su aire y fue el de cambiar la etiqueta de la idea original para barrer hacia el totalitarismo dictatorial, adaptarla a su criterio y llamar "comunismo" al socialismo inicial para radicalizarlo a favor de movidas locales y de sus aspiraciones hegemónicas e impositivas que, por la extensión geopolítica de sus países, por el imperialismo de sus viejos regímenes y por la tendencia extremista de la situación de miseria y esclavitud que tanto en Rusia como en China, oprimían a pueblos analfabetos, hambrientos y obedientes porque no conocían otra cosa.
Con el triunfo multitudinario y sangriento de aquellas revoluciones y la represión y venganza posteriores por parte de los vencedores en guerras civiles devastadoras entre la ciudadanía proletaria como ariete y carne de cañón, que aún era inconsciente de sus derechos, manejada por la casta o gens pensante e ideológica que dirigía la maniobra contra el poder oligócrata de los más ricos, se implantó un sistema, que basado en un teórico bien de todos, utilizaba la guerra y el exterminio de la diversidad como arma letal para imponerse como poder absoluto. Que como poder corrompe, y cuanto más absoluta es su mayoría, más absoluta y fatal es su corrupción.
Aplicar la denominación de "comunismo" a aquellas barbaries fue una jugada táctica muy torpe y sucia de los ideólogos de la demagogia, bien intencionada se supone. Hicieron que el socialismo demócrata original resultase demasiado light y hasta falsamente superado por un 'comunismo' de laboratorio aparatista inoculado con mensajes muy simples y repetitivos en la rabia y en la desesperación de los oprimidos y resignados, que simplemente derivó con toda lógica, en la dictadura de un aparato político de unos cuantos intelectuales violentos y rabiosos que vieron en la manipulación de las masas su forma de venganza y de imponer sus métodos y revanchas partidistas mucho más que trabajar desde métodos demócratas y socialistas que para ellos eran ya muy poca cosa si la victoria les había hecho todopoderosos, de ese modo, aquel sistema, una vez pervertido, convirtió la grandeza y el proyecto de una sociedad comunitaria y justa en un gulag, en un campo de prisioneros voluntarios, entusiasmados y engatusados por los discursos mesiánicos y emocionales de sus lideres fundadores, como hicieron posteriormente Hitler en Alemania, Mussolini en Italia y Franco en España, solo que desde el lado derecho de la misma línea, y en vez de "el pueblo, el pan y la paz" era "la raza, la gloria y la victoria de la patria y el credo de la iglesia", el objeto absoluto de alienación y comida de tarro, con idéntico totalitarismo. También "la raza", como "el pueblo" tenía escuelas y médicos gratis en "el seguro" para todos, creaba puestos de trabajo y daba el pan y la comida racionados, como ahora, en los bancos de alimentos, pero a cargo del Estado y no de ONGs y de la buena voluntad del prójimo. En ambos flancos se quería una paz interna y guerras externas que con la fabricación de armamento y tecnología militar aportasen dinero a espuertas, sin ningún planteamiento ético y moral. También el "pueblo", como "la raza" marginaba, convertía en proscritos y denunciaba a quienes no participaban de su entusiasmo y eran críticos con el sistema, y eso merecía la cárcel, la tortura y la pena de muerte en ambos flancos opuestos, de la misma trayectoria: la manipulación de las masas mediante la aniquilación de la conciencia individual y colectiva, en la que además nunca creyeron: los de la "raza" porque la habían sustituido por la religión, el patriotismo militarista y cerril y la ciega sumisión a un caudillo, y los del "pueblo" ortopédico, porque en su lugar colocaron el odio cerril de clases y la obediencia al aparato del partido, como motor ideológico, en una dictadura proletaria en la que el proletariado seguía, obviamente, siendo el esclavo y carne de cañón, pero contento por comer y vegetar sin conflictos sociales que resolver.
Aplicar la denominación de "comunismo" a aquellas barbaries fue una jugada táctica muy torpe y sucia de los ideólogos de la demagogia, bien intencionada se supone. Hicieron que el socialismo demócrata original resultase demasiado light y hasta falsamente superado por un 'comunismo' de laboratorio aparatista inoculado con mensajes muy simples y repetitivos en la rabia y en la desesperación de los oprimidos y resignados, que simplemente derivó con toda lógica, en la dictadura de un aparato político de unos cuantos intelectuales violentos y rabiosos que vieron en la manipulación de las masas su forma de venganza y de imponer sus métodos y revanchas partidistas mucho más que trabajar desde métodos demócratas y socialistas que para ellos eran ya muy poca cosa si la victoria les había hecho todopoderosos, de ese modo, aquel sistema, una vez pervertido, convirtió la grandeza y el proyecto de una sociedad comunitaria y justa en un gulag, en un campo de prisioneros voluntarios, entusiasmados y engatusados por los discursos mesiánicos y emocionales de sus lideres fundadores, como hicieron posteriormente Hitler en Alemania, Mussolini en Italia y Franco en España, solo que desde el lado derecho de la misma línea, y en vez de "el pueblo, el pan y la paz" era "la raza, la gloria y la victoria de la patria y el credo de la iglesia", el objeto absoluto de alienación y comida de tarro, con idéntico totalitarismo. También "la raza", como "el pueblo" tenía escuelas y médicos gratis en "el seguro" para todos, creaba puestos de trabajo y daba el pan y la comida racionados, como ahora, en los bancos de alimentos, pero a cargo del Estado y no de ONGs y de la buena voluntad del prójimo. En ambos flancos se quería una paz interna y guerras externas que con la fabricación de armamento y tecnología militar aportasen dinero a espuertas, sin ningún planteamiento ético y moral. También el "pueblo", como "la raza" marginaba, convertía en proscritos y denunciaba a quienes no participaban de su entusiasmo y eran críticos con el sistema, y eso merecía la cárcel, la tortura y la pena de muerte en ambos flancos opuestos, de la misma trayectoria: la manipulación de las masas mediante la aniquilación de la conciencia individual y colectiva, en la que además nunca creyeron: los de la "raza" porque la habían sustituido por la religión, el patriotismo militarista y cerril y la ciega sumisión a un caudillo, y los del "pueblo" ortopédico, porque en su lugar colocaron el odio cerril de clases y la obediencia al aparato del partido, como motor ideológico, en una dictadura proletaria en la que el proletariado seguía, obviamente, siendo el esclavo y carne de cañón, pero contento por comer y vegetar sin conflictos sociales que resolver.
¿Era ese estado de demolición humana lo que deseaban Marx y Engels? Evidentemente no. En Marx el dolor de los oprimidos se convierte en análisis e inteligencia, en estímulo creativo y científico para la justicia social, no en guillotina ni en discriminación ni en revancha. El pensamiento de Marx despierta y enriquece la conciencia colectiva. La praxis de sus supuestos intérpretes, seguidores y adaptadores, les separa éticamente del origen, como la injusticia, la crueldad y la tiranía han separado históricamente a la iglesia católica del evangelio que predica y falsea en lo que hace. Las grandes propuestas de la humanidad están siempre amenazadas, deformadas y pisoteadas por sus seguidores menos lúcidos, más tácticos, "pragmáticos"(¿?) y cortoplacistas. Las recortan a la medida de su miopía que llaman "táctica" o "estrategia" porque en el fondo llevan la marca de la guerra como herramienta, aplicada con prepotencia, ansias de ganar aunque sea a costa de arrasar lo bueno de lo que consideran enemigo y rival en el poder y eso les hace cómplices, a su pesar, de los mismos métodos del capitalismo piraña que pretenden erradicar.
En el trabajo terapéutico social, la homeopatía y las vacunas no son nada recomendables porque en vez de desarrollar apertura y evolución reproducen en lo que pretende ser lo sano, los mismos miasmas que está agotando y liquidando lo enfermo. No se trata de derrotar enemigos sino de crear otro tejido nuevo donde no haya enemigos sino cooperación y apoyo mutuo entre la diversidad, sin imponer las ideas de la mayoría por la fuerza del número sino primando la calidad de los programas y las propuestas, algo que se consigue por medio del debate y el diálogo, nunca por la rivalidad, las presiones y la imposición, que aunque vence nunca convence. Entender esa dinámica sanadora colectiva y personal, es socialismo y democracia, eso es, también, el verdadero comunismo.
La socialdemocracia tampoco es el Psoe, que desde sus inicios del acople sumiso a lo que pedían EEUU y el entonces Mercado Común Europeo a la España post-franquista, solo ha sido una cataplasma chapucera para simular un socialismo descafeinado, con leche descremada y sacarina. Ninguna democracia socialista habría pergeñado jamás el GAL como solución al terrorismo, como tampoco habría "suicidado" en prisión a la Banda Badermeinhoff en Alemania; ninguna socialdemocracia habría desmantelado la industria textil, las manufacturas, los astilleros, la metalurgia y la agricultura de su propio país para adaptarlos al mercado de la especulación capitalista de los bancos europeos y luego globales. Ninguna socialdemocracia verdadera habría rescatado los enjuagues de la banca privada con el dinero de la ciudadanía, ninguna socialdemocracia auténtica habría metido mano a la soberanía de su pueblo modificando la Consti bajo cuerda y sin consultar a la ciudadanía. Tampoco habría aprobado nunca los desahucios de los más indefensos y socialmente frágiles. Ningún presidente verdaderamente socialista y demócrata usaría las puertas giratorias ni viviría el resto de su vida chupando del bote del Estado sin ejercer una profesión y ganarse el pan trabajando como todos. El Psoe es un mezcladillo entre remiendo, maquillaje social y liberalismo económico capitalista a calzón quitado. Comportamientos como el suyo han degradado el concepto de lo social y lo demócrata. Por eso no ganará nunca más unas elecciones: la ciudadanía ya ha comprendido el verdadero significado de sus siglas: Partido Sometido Obediente Español. Su electorado se dividirá mayoritariamente entre la coalición de izquierda y progreso y la abstención.
Superado el Psoe, ni Pablo Iglesias ni sus detractores "comunistas" parecen haber entendido hasta el momento la democracia social de Marx y Engels, aunque las sobeteen a tutiplén. Quizás falte un elemento fundamental: conciencia despierta, madurez política y psicoemocional y sobren dogmas y rutinas ideológicas manipuladas. Por lo pronto, lo imprescindible es respeto exquisito a la diversidad que confluye y aparcar la bulimia de devorar y metabolizar como propio todo lo que suma votos. Y tener muy claro que la "seducción" es manipulación pura y dura, para borrar objeciones y críticas imprescindibles y dar carta blanca para que se manipule a saco "por el bien de la causa" que manejan cuatro gatos sin dejar que exista una verdadera participación horizontal que se considera ineficaz, tener claro que predicar "la ilusión" es engañar miserablemente, porque ilusión es pura fantasía comercial y consumista, la fertilidad la da el entusiasmo organizado por las causas justas y positivas, y que confluir es coincidir en algunos objetivos básicos que facilitan el cambio en un contexto que impide la justicia en las urnas, pero de ninguna manera implica absorber ni ser absorbidos por lo que no convence ética y democráticamente. Una cosa en juntarse para superar una carrera de obstáculos y otra ser hermanos siameses. Que quede claro. La emoción es muy bonita, pero es un peligro cuando se pone por delante de la razón y no camina a su lado.
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