Un Bertín Osborne agobiado por el peso de una fama
que le obligaba a comprar todas las cosas al doble de su precio, desde
una finca a una lechuga, se vio obligado a crear una empresa opaca en
Panamá para adquirir las cosas a través de terceros al precio justo que
suelen abonar los mortales. No huía del fisco, sólo escapaba de su
popularidad. Fue en legítima defensa. Jamás ha resultado tan cierto
aquello que se solía decir sobre el peso de la fama.
El ministro Soria no puede hacer milagros ni tampoco aclarar el típico
"error inexplicable" que nadie sabe cómo explicar. Su nombre primero, el
de su hermano después, aparecen como administradores de una firma con
la cual su empresa familiar tenía "relaciones comerciales", que leído
así como lo dijo el ministro suena hasta un poco guarro. Al parecer
también figuró como director y secretario durante varios años. Es lo
normal cuando tienes relaciones con una empresa de cuando en cuando: te
hacen directivo para fidelizarte como cliente.
Así empezó David Cameron. Primero no había nada y todo
era una confusión y al final ha aparecido hasta su madre. A unos les
engañó el asesor fiscal. Otros se fueron a Panamá para cumplir
religiosamente sus obligaciones con la Hacienda española. Bienvenidos al
patriotismo fiscal 2.0. En esa economía globalizada los ricos y las
grandes corporaciones no viajan a los paraísos fiscales buscando
opacidad y evasión fiscal. Van en busca del sol y la transparencia para
ponerle el trabajo aún más fácil a nuestra Agencia Tributaria.
"Los abogados te las ofrecían a pares y entonces lo hacía todo el
mundo", ha explicado campechano Bertín Osborne. Seguramente nadie podría
haber resumido mejor lo sucedido. Así es exactamente la 'normalidad'
para mucha gente con dinero en España. Es precisamente esa
'normalidad' la que nos ha traído hasta aquí; no el déficit o la deuda
pública sino esta 'normalidad' que nos cuesta treinta mil millones al
año en recaudación de impuestos y se viene arriba con cada amnistía
fiscal.
Hay algo en común en la reacción de todos
los nombrados: unos y otros se indignan como buenos hidalgos españoles.
Ninguno tiene nada por qué arrepentirse o por lo que pedir disculpas. Ni
una sombra de mala conciencia. Todo siempre fue y será perfectamente
legal. Al próximo nombre que salga acabaremos teniendo que pedirle
disculpas en lugar de explicaciones.
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Claro y sencillo. Gracias, Antón Losada. Son cosas del hábito que hace al monje. Es la cofradía de la jetocracia en mogollón. Una especialidad cada vez más globalizada de la desvergüenza a calzón quitado y a paraíso fiscal puesto. Así nos va. Ya hasta con abogados especialistas en asesorar sobre la modalidad "legal" del fraude generalizado, donde ya no importa en qué Estado se roba y se evade, porque la única patria reconocida y universal es el dinero sucio y adquirido por $u$pue$to$.
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