Solo cumplimos con nuestra obligación
Todos los ciudadanos, también los reyes, tienen derecho a la
intimidad. Pero todos los ciudadanos, que no son súbditos, también
tienen otro derecho que en ocasiones prevalece sobre el primero: el
derecho constitucional a la información
Si cumplir con nuestro trabajo como periodistas es un delito, nos declaramos culpables
Si cumplir con nuestro trabajo como periodistas es un delito, nos declaramos culpables
Hay pocos casos de corrupción más simbólicos que el
de las tarjetas black. No por el dinero defraudado: una minucia, si se
compara con los EREs andaluces, la Púnica, Valencia o los Pujol. Sino
por lo obsceno que resultó ver a partidos de izquierda y de derecha, a
los sindicatos y la patronal, aliados en el robo, en cómplice comunión.
Todos los poderes del Estado –solo faltaba un juez, un obispo y un
general– compartieron durante años el mismo pesebre que Miguel Blesa y
después Rodrigo Rato usaron para comprar a quienes supuestamente estaban
allí para controlar su gestión. Las black, poco más de 15 millones de
euros, eran la propina para que los consejeros de la caja miraran hacia
otro lado, la clave que en parte explica por qué Bankia después quebró. Y
los mil y un detalles de salas de fiesta, marisquerías, lencería o
safaris pagados a costa de los contribuyentes fueron el colmo para
tantos ciudadanos, atragantados por la corrupción.
En el otoño de 2014, cuando las tarjetas black llegaron a
la Audiencia Nacional y el detalle de cada gasto se hizo público, todos
los españoles compartieron una indignación contra quienes se lo habían
llevado crudo de la caja que, con su quiebra, provocó el rescate
financiero español. Todos, menos los primeros de todos. Todos menos los
reyes de España: Letizia Ortiz y Felipe de Borbón.

Cualquier ciudadano, también los reyes, tiene derecho a
la intimidad. Pero todos los ciudadanos, que no son súbditos, también
tienen otro derecho que en ocasiones prevalece sobre el primero: el
derecho a la información. Cuando ambos derechos compiten, y este es el
caso, la jurisprudencia del Tribunal Supremo y el Tribunal
Constitucional han sentenciado en numerosas ocasiones que prima la
información, siempre y cuando quede acreditado el interés público y la
relevancia de la noticia. Por eso decidimos publicar estos mensajes; solo seis entre las varias decenas que tenemos del chat a tres de los reyes con López Madrid. Porque su relevancia informativa es evidente, como también demuestra la enorme repercusión internacional que ha tenido esta exclusiva de nuestro compañero Pedro Águeda. Como periodistas, creo que era nuestra obligación.
El interés de nuestra información no está en el “compi yogui”. Eso es
la anécdota: lo importante está en la frase anterior, con la que la
reina –y el rey, que está en el mismo chat– respaldan a su amigo, el de
las black: “Nos conocemos, nos queremos, nos respetamos. Los demás,
merdé”. En esa “merde” quedamos despreciados todos aquellos a los que
nos parece intolerable lo ocurrido con esas tarjetas en negro de Bankia y
Caja Madrid.
La respuesta del Gobierno ha sido la
habitual: intentar intimidarnos. Han salido dos ministros –el de la
policía y el de los jueces– para intentar amedrentarnos con una supuesta
investigación por un supuesto delito de revelación de secretos que no
existe, por mucho que les moleste nuestra información. Los mensajes que
hemos publicado no están obtenidos de forma ilegal: los encontró la
mismísima Guardia Civil al recuperar todo lo que había borrado López
Madrid de su propio móvil. Están en un juzgado en una causa penal sobre
la que ya ni siquiera pesa secreto de sumario.
El Gobierno y algunos medios atacan al mensajero porque no les gusta el mensaje. No es la primera vez que nos pasa algo así.
Hace unos años, cuando eldiario.es publicó los correos de Miguel Blesa,
la respuesta de la Fiscalía fue similar. En vez de investigar nuestras
revelaciones sobre las componendas en Caja Madrid que destapaban los
correos, la Fiscalía nos advirtió que “su mera difusión podría tener un encaje penal”.
No nos arrugamos. Si lo hubiéramos hecho, hoy los reyes no habrían
quedado tan mal porque Javier López Madrid jamás habría sido imputado
por las black y la reina Letizia no habría tenido que hablar de esa
“merde”. Sin las informaciones de eldiario.es sobre los correos de Blesa, el caso Black nunca habría llegado al juzgado.
Fue la redactora jefa de Economía de eldiario.es, Belén Carreño quien publicó el 13 de diciembre de 2013 la primera noticia sobre las tarjetas black, a cuenta de un correo dirigido a Miguel Blesa donde se detallaban los sueldos de los consejeros. Gracias a esa noticia, la actual Bankia supo de las tarjetas y ordenó una auditoría interna:
encontraron el pastel y lo mandaron a la Fiscalía Anticorrupción.
Gracias a que nos negamos a proteger la “intimidad” de Blesa, hoy
Rodrigo Rato, Miguel Blesa, López Madrid y decenas de consejeros más se
enfrentan a un juicio donde les piden varios años de prisión.
Para eso sirve la prensa. Para eso montamos eldiario.es y por eso no nos vamos a callar.
“Vivimos en un país muy difícil”, le dijo López Madrid a la reina
cuando le apoyó tras estallar el caso black. “Y tanto”, contestó el rey.
¿Es España muy difícil? ¿Conocen algún otro país occidental que no se
hubiese indignado exactamente igual que el nuestro ante un escándalo
como el de las tarjetas black?
El problema no es que
los periodistas de eldiario.es hayamos destapado antes las black y
ahora estos mensajes. El problema es que los reyes tenían a un golfo por
amigo y que lo respaldaron cuando toda España ya sabía que era un
presunto ladrón.
No culpen al mensajero. Nosotros solo cumplimos con nuestra obligación.
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