
MADRID, 12/10/2015.- Los Reyes Felipe y Letizia saludan al ministro de
Justicia, Rafael Catalá (d), al comienzo de la recepción que han
ofrecido hoy en el Palacio Real a los representantes de las principales
instituciones.
EFE/Angel Díaz
En su famoso chat con López Madrid –valientemente desvelado por eldiario.es – sostiene el rey Felipe VI que “y tanto” que España es un país difícil. Se
equivoca. Solo en país muy fácil alguien con semejante percepción de su
reino podría llegar a Rey y alguien como Letizia podría haber acabado
coronada como Reina. Y definitivamente únicamente en un país
extremadamente facilón alguien como Rafael Catalá podía soñar siquiera
con ser nombrado ministro de Justicia, o de lo que fuera.
No sólo no somos un país difícil. La verdad es que resultamos un país
de baratillo. Basta con comprobar el silencio perruno con que la mayoría
de medios de comunicación y partidos han corrido a proteger a una Casa
Real que ni lo merece, ni se lo ha ganado, ni resulta especialmente
útil.
Pocos años después de Botsuana y la
abdicación, la corona vuelve a convertirse en el símbolo de cuanto nos
ha traído hasta aquí: dos herederos que están donde están por su
pertenencia a una familia se jalean y animan entre sí por la
inconveniencia de una justicia y una opinión pública que demanda
responsabilidad en quienes ocupan cargos y puestos públicos.
España es así. Una élite corrupta e irresponsable convencida de que
España es su finca y pueden tomar cuanto quieran y cuando quieran porque
el mérito lo da la cuna y a la falta de escrúpulos se le llama
capacidad. Los españoles solo son súbditos ante quienes no tienen por
qué dar explicaciones y la justicia se reduce a algo que se aplica
exclusivamente a los plebeyos y con implacable dureza.
Dice la Casa Real que no ofrece explicaciones sobre la vida privada de
los monarcas. Cuando el mismo rey que jamás ha dicho una palabra en
favor de los preferentistas estafados escribe palabras de ánimo para su
coleguita imputado por pulirse 35.000 euros en tarjetas black no estamos
ante un asunto privado. Estamos ante un rey que no hace su trabajo,
ignora cuál es su responsabilidad y debería pagar por ello.
Cuando la reina llama “mierda” a un medio de comunicación y escribe que
su amistad está por encima de cualquier otra “merde”, no estamos
únicamente ante alguien que destroza el castellano en privado. Estamos
ante una reina que se cree por encima del resto y no entiende qué
implica disfrutar de semejante poder y privilegio, ni las
responsabilidades públicas y privadas que ello conlleva y exige.
Cuando la Casa Real mantiene su amistad con un individuo cuyo único
mérito conocido en la vida se resume en ser pariente de Villar Mir, el
constructor favorito del PP y del Rey Juan Carlos I, a pesar de hallarse
imputado por las tarjetas Black y en la financiación ilegal del PP no
estamos ante un asunto privado. Estamos ante amistades y relaciones que
cualquier otro cargo público no podría permitirse y mucho menos evitar
explicar.
Sostienen los
monárquicos en defensa de la institución que la monarquía cumple una
función como un símbolo de unidad, un ejemplo de conducta y un elemento
de estabilidad. En España hace tiempo que más bien representa un símbolo
de decadencia, un ejemplo de sordidez y un elemento de profunda
inestabilidad.
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Genial, profesor Losada. Qué suerte tienen sus alumnos y alumnas. En Preu y en plena dictadura tuvimos un profe de Historia Moderna y Contemporánea en el Instituto que nos abrió los ojos en plena celebración franquista de "Los 25 años de paz", jugándose la cátedra, el empleo, el sueldo y la libertad, y quién sabe si hasta la vida, porque los humores del dictador se sacaban penas de muerte y cadenas perpetuas del bolsillo como las pipas o los altramuces. Allí y entonces simplemente pensar era ya delito per se. Pero aquel hombre, el profesor Cruz Román, decidió no solo seguir pensando, sino además no callarse y contarnos, documentadamente, con fechas, lugares, nombres y apellidos, la verdad de aquella "paz". Y lo que había detrás. Nos dio, a lo largo del curso, en vivo y en directo, en aquella España fosilizada, una lección de ética y de valores que nunca he podido olvidar.
La labor, la conciencia y el ejemplo de los maestros en la escuela, en el instituto y en la Universidad, es fundamental. Por eso los regímenes amorales es lo primero que boicotean y destrozan, al mismo tiempo que la Justicia: la Educación a la que intentan suplantar con el adiestramiento, la domesticación, acoso y derribo, propios de la ganadería. Gracias, de verdad.

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Genial, profesor Losada. Qué suerte tienen sus alumnos y alumnas. En Preu y en plena dictadura tuvimos un profe de Historia Moderna y Contemporánea en el Instituto que nos abrió los ojos en plena celebración franquista de "Los 25 años de paz", jugándose la cátedra, el empleo, el sueldo y la libertad, y quién sabe si hasta la vida, porque los humores del dictador se sacaban penas de muerte y cadenas perpetuas del bolsillo como las pipas o los altramuces. Allí y entonces simplemente pensar era ya delito per se. Pero aquel hombre, el profesor Cruz Román, decidió no solo seguir pensando, sino además no callarse y contarnos, documentadamente, con fechas, lugares, nombres y apellidos, la verdad de aquella "paz". Y lo que había detrás. Nos dio, a lo largo del curso, en vivo y en directo, en aquella España fosilizada, una lección de ética y de valores que nunca he podido olvidar.
La labor, la conciencia y el ejemplo de los maestros en la escuela, en el instituto y en la Universidad, es fundamental. Por eso los regímenes amorales es lo primero que boicotean y destrozan, al mismo tiempo que la Justicia: la Educación a la que intentan suplantar con el adiestramiento, la domesticación, acoso y derribo, propios de la ganadería. Gracias, de verdad.
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