"Financiación ilegal del PP de Madrid, que yo sepa,
no ha habido". Esta frase la pronunció Esperanza Aguirre hace unos días,
cuando el juez ordenó entrar en la sede regional del partido en busca
de información. "Que yo sepa" o el "no me consta" son dos expresiones
recurrentes en la política española de todos los colores cuando salta
algún escándalo de corrupción. Felipe González se enteraba por la
prensa, Alfonso Guerra no conocía a su hermano, Manuel Chaves desayunaba
con los periódicos para poder responder a la pregunta de "¿Y los ERES,
qué?", Esperanza Aguirre nunca supo nada de nadie, a Cospedal no le
constaban los sobresueldos en el PP, Ana Mato se despertó un día con un
Jaguar en el garaje y no se enteró porque dijo que no le gustaban los
coches y que ella circulaba en un utilitario, Rita Barberá no tenía ni
la más remota idea de lo que hacían todos y cada uno de sus
subordinados, Mariano Rajoy desconocía a quién estaba nombrando cuando
ascendió a tesorero a Luis Bárcenas, Artur Mas cree que su responsable
de finanzas estuvo en prisión por antojo judicial porque no le suena de
nada el 3%, Monago ignoraba a qué iba a Canarias con los gastos pagados y
la infanta nunca estuvo al tanto de lo que hacía su marido. Todos han
hecho tanta ostentación de su infinita ignorancia, que se diría que
España es el país con más lerdos por metro cuadrado. Sin embargo, hay
algo que me llama poderosamente la atención. Vamos a creer por un
momento que ninguno de ellos se enteró jamás de nada. En ese caso, ¿por
qué no hemos visto reacciones airadas, castigos al subordinado, ERES en
masa por pérdida de confianza, rostros desencajados fruto de la traición
o duquesas que piden el divorcio exprés del marido que perpetra abusos y
mentiras? Esa sería la reacción lógica y creíble. Lo demás es simple y
llanamente una milonga.
A la ignorancia de estos
políticos que menosprecian al ciudadano, hay que sumarle otra estafa
recurrente: "Vamos a colaborar con el juez, para que tal o cual
escándalo se esclarezca cuanto antes" o "colaboración a tope con la
justicia", como dijo Aguirre. Nuestros dirigentes lo venden como si
fuera una gracia que nos conceden, como si tuvieran la opción de la
obstrucción judicial. Mentira. Se les llena la boca con esa intención de
facilitar la labor del investigador y, al mismo tiempo, desacreditan al
juez en cuanto pueden, maniobran para que las causas caigan en manos
amigas, borran la prueba del delito o son citados en calidad de
imputados y resulta que para colaborar "a tope" se acogen a su derecho a
no declarar. No se contentan con ser sospechosos. También rivalizan por
ver quién parece más memo.
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