
Iglesias insta a Sánchez a llamarle lo antes posible para negociar el Gobierno
EFE
Va mes y medio desde las elecciones y seguramente
solo habrá una cosa donde podríamos estar de acuerdo: partidos y medios
de comunicación estatales necesitan urgentemente un cursillo acelerado
de negociación, aunque sea por correspondencia, como aquellos de
guitarra que te prometían ligar a manta punteando "Escalera al cielo".
Otra
segunda evidencia constata la desbocada pasión por el drama que cruza
transversalmente la política española. Puede que sus programas les
vuelvan incompatibles pero siempre queda algo que les une: les encanta
el melodrama, a todos sin excepción. No pasa un día sin que se rompa
algo, se amenace algo, se trace media docena de líneas rojas y se lancen
un par de ultimatos. Se intuye muy difícil negociar cuando todo el
mundo se cree protagonista de un drama griego o de una película de
superhéroes de Marvel.
Empieza a resultar bastante cansina la tendencia de los
socialistas a sentirse permanentemente humillados haga lo que haga Pablo
Iglesias. Además de la lección que podrían aprender al experimentar los
mismos sentimientos que muchos de sus socios han sufrido durante
décadas, los socialistas deberían asumir que el hecho de que nadie
quiera pactar o se fíe del PP no implica que quieran pactar o se fíen de
ellos. Los socialistas deben recorrer aún un buen trecho en el largo
viaje hacia la humildad.
No menos cansina resulta la
afición de Pablo Iglesias o Albert Rivera por explicarnos que ellos,
personalmente, son la solución para todo. La principal conclusión que
uno puede extraer del documento de Podemos se resume en que los grandes
males de este país se arreglan haciéndolos depender de la nueva
"Vicepresidencia Maravilla". La lista de éxitos de Ciudadanos contra la
corrupción o por la regeneración que casi a diario nos actualiza Albert
Rivera resulta igualmente pasmosa.
Las negociaciones no se resuelven a través de los
documentos que se cruzan. Siempre se empieza pidiendo la luna y lo
sabemos todos. Resulta reveladora la insistencia sobre los máximos de
Podemos o PSOE para anunciarnos elecciones por parte de los mismos que,
desde el primer día, nos han jurado que lo sensato pasaba por un acuerdo
PP-PSOE.
Los documentos, las ruedas de prensa o las
declaraciones sonoras tienen mucho de espectáculo y ruido; el documento
de Podemos también. Lo relevante en una negociación reside en la
estrategia y los movimientos de las partes. Si se mira más allá de la
maniobra de distracción de la puesta en escena de Pablo Iglesias emerge
lo sustancial: Podemos se ha visto forzado a cambiar de estrategia.
Ahora intenta volver al juego de la negociación sin que parezca que lo
hace porque no le quedaba otro remedio y pensemos que vuelve porque le
da gana.
Podemos ha tenido que rectificar al
comprobar que su farol del veto a Ciudadanos había quedado al
descubierto y había perdido la iniciativa. Ahora presenta un documento
cuyo principal objetivo no pasa por romper con el PSOE sino por provocar
que Ciudadanos se borre de la negociación, obteniendo así la coalición a
dos que anda buscando.
A PSOE y Podemos les une un
mismo destino por mucho que les disguste. Ninguno de los dos puede
permitirse romper las negociaciones porque el riesgo de acabar pagándolo
muy caro se antoja muy alto para ambos. Cuánto más se empeñen en
culparse el uno al otro, más culpables parecerán ambos.
Si alguno apuesta por unas elecciones que se celebrarían nada menos que
en junio, se ha vuelto loco o idiota y no parece el caso. Ahora no se
trata de romper la negociación. Parece más bien tratarse de ver quién la
gana. A ambos les vendría bien el cursillo. Constatarían una certeza
que los teóricos de la negociación han documentado hace años: los
acuerdos que funcionan son aquellos donde todas las partes consideran
que ninguno ha ganado y todos se llevan lo justo, lo que les
corresponde.
No creo ser el único votante que está
cansado de tanta competición y tanta genialidad y le gustaría ver un
poco más de cooperación y modestia.
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Ya lo creo, Antón Losada, que no eres el único votante que está harto del jueguecito de estos plastas a los que al parecer les importa más llevar razón en la calamidad propia, que compartir esa razón en el acierto colectivo con menos catarismo intransigente y más inteligencia ética y política.
Para mí que no han entendido el mensaje de las urnas, al que Podemos llama contrato, pero en el que solo hay una parte contratante, la otra no existe. Será más bien un contrato con el propio ego politoscópico, que no es garantía de nada, sino un toque surrealista que no es de recibo a estas alturas. Y lo mismo vale para el Psoe, a ver si acaba de una vez el numerito de Mary Poppins y deshollinador.
Para mí que no han entendido el mensaje de las urnas, al que Podemos llama contrato, pero en el que solo hay una parte contratante, la otra no existe. Será más bien un contrato con el propio ego politoscópico, que no es garantía de nada, sino un toque surrealista que no es de recibo a estas alturas. Y lo mismo vale para el Psoe, a ver si acaba de una vez el numerito de Mary Poppins y deshollinador.
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