"Nunca hemos hablado de retocar la reforma laboral: Los aspectos más lesivos de esa norma son prácticamente todos"
En una entrevista en RNE, el secretario general de CCOO, Unai Sordo,
ha vuelto a reclamar la derogación de la reforma laboral, reiterando
que debe hacerse en la mesa de diálogo social con la patronal y los
sindicatos.
nuevatribuna.es24/05/20
Preguntado por el acuerdo entre el
Gobierno y Bildu, Unai Sordo ha afirmado que “Ha sido un lío político”,
que hay que relativizar porque la derogación ya se contemplaba en el
acuerdo de investidura. “No aporta gran cosa respecto a lo que estábamos
trabajando cuando el diálogo social se suspendió por la pandemia”.
El secretario general de CCOO afirmó también que “los aspectos más lesivos de la reforma laboral son todos”, y que esta debe sustituirse por una nueva legislación.
Respecto al anuncio de la patronal de suspender el diálogo social,
Unai Sordo recordó que la reforma laboral de 2012, que fue durísima
contra los intereses de los trabajadores y trabajadoras, fue aprobada
unilateralmente por el PP, y que entonces a la patronal no le pareció
mal que se ninguneará el diálogo social. “No convendría
sobreactuar tampoco por el lado de la patronal. En 2012 se pasó por
encima del diálogo social y a la CEOE, entonces, no le pareció mal que
se ninguneará el dialogo social", señaló.
“Hace falta un gran acuerdo para superar la crisis del coronavirus y
recuperar las negociaciones interrumpidas en marzo”, destacó. “Esperemos
no vaya a más y que nos centremos en salvar empleos y empresas”,
concluyó. “La reforma laboral debe sustituirse por una nueva legislación más justa y moderna” “Tenemos que retomar la agenda laboral aparcada por el
estado de alarma debido al coronavirus y llevar la derogación de la
reforma laboral al marco del diálogo social”, ha declarado este viernes el secretario general en Los Desayunos de TVE. Unai Sordo
ha explicado que la alternativa a la reforma laboral aprobada sin
consenso por el Partido Popular en 2012 debe incorporar una nueva
legislación para regular nuevas realidades del mercado de trabajo como
las plataformas, el teletrabajo o la continuidad de los ERTE que están
salvando miles de puestos de trabajo".
El secretario general de CCOO ha declarado que “no hay polémica de
fondo” con el acuerdo firmado ayer por PSOE y Unidas Podemos con Bildu –
“Nos sorprende el pacto, no por su literalidad, sino porque
nadie con dos dedos de frente puede pensar que se puede derogar la
reforma laboral antes del 30 de junio” -, ya que la
derogación de la reforma laboral se contemplaba en el acuerdo de
investidura, así como la necesidad de una legislación alternativa que
evite la precariedad y los despidos. “Evitemos discursos estériles”, porque los problemas de la gente son muchos y muy graves, afirmó. “No renunciamos a la derogación de la reforma laboral”, afirmó
con rotundidad, subrayando que esta tiene que hacerse en la Mesa de
diálogo social, no como hizo el PP imponiendo unilateralmente la
reforma.
En este sentido señaló que cuando pase la crisis sanitaria hay que
retomar la agenda laboral que se vio afectada por un cambio de
prioridades como consecuencia de la pandemia del coronavirus. “Ahora
debemos seguir con la agenda de emergencia que tenemos: ERTES,
restricciones al despido, prórroga en los sectores donde siga habiendo
causa de fuerza mayor, medidas de reactivación económica, ….”, incidió Unai Sordo.
Para cualquier persona que trabaje por el bien común, por encima
de intereses mezquinos o consignas ideológicas, la dignidad de la
política supone un valor imprescindible. Cuando digo "por encima de
valores ideológicos", no pretendo dudar de las ideas, principios, credos
y lealtades, sino poner estos impulsos al servicio de la realidad y del
bienestar de la ciudadanía. Más que en arrebatos místicos, puritanos o
hímnicos, la dignidad de la política se asienta en una clara conciencia del Estado.
Los que no creen en los espacios públicos y en los marcos de
convivencia, salen siempre ganando con el descrédito de la política.
Poner en marcha los estribillos "todos son iguales", "no están a la
altura", "sólo piensan en ellos mismos", sirve para restarle autoridad
al Estado a la hora de tomar medidas en favor del bien común. Por eso la
crispación política, la desmesura, los insultos, no sólo dan miedo
cuando pretenden crear condiciones extremas que justifiquen un golpe de
Estado. También son un peligro como estrategias normalizadas en la vida
democrática. Ganan los que quieren tener las manos libres para
hacer negocios desmedidos frente a las políticas que procuran la
dignidad de las mayorías.
Europa y España no están en peligro de sufrir un golpe de Estado por
mucho que algunos ideólogos totalitarios quieran mover los bajos
instintos de personas nostálgicas de los diversos fascismos. Las
condiciones objetivas no dan para eso. Pero Europa y España
sí pueden verse empujadas a olvidar la única lección importante que nos
ha dado la pandemia: la necesaria consolidación democrática del Estado,
su autoridad para promover medidas que cuiden la salud, la vida y el
bienestar de la ciudadanía. Esta lección pone en duda la falsa idea de
libertad usada por un neoliberalismo que confundió la democracia con la
ley del más fuerte. Se ha querido encerrar a la política en una
insalubre residencia de ancianos.
Pensemos en el síntoma de la verdadera cuestión: las fuerzas
reaccionarias y conservadoras se han lanzado estos días a defender la
libertad, como si pudiese confundirse la obligación democrática de asegurar la vida de las personas con una represión dictatorial. No es que quieran una dictadura que nos devuelva a la caverna comercial europea; es que defienden una democracia sin Estado.
Cuando nos crispamos todos a la vez, el pensamiento neoliberal no
pierde mucho. El ridículo espantoso y vociferante de sus líderes
facilita con este sacrificio de imágenes personales el deterioro general
de la política, la borradura de la autoridad pública. Pero cuando las voces progresistas caen en la trampa, su error no sólo es personal, sino que afecta a la consolidación de sus ideales,
pone en peligro sus principios, verdades, credos y lealtades íntimas.
Resulta por eso imprescindible devolverle a la política su necesaria
dignidad.
Es el momento de que la nación española recuerde que tiene muchos
motivos para sentirse orgullosa, muy orgullosa de la Política. La aprobación del Ingreso Mínimo Vital es sin duda un magnífico ejemplo.
Los viejos del lugar empezamos a defenderlo en la Huelga General del 14
de diciembre de 1988, una Renta Mínima de Inserción decíamos entonces.
Fue un día inolvidable en el que hasta se apagó la televisión para que
la gente mirase la realidad con sus propios ojos.
Ha tardado, pero está aquí. Como tardó, pero llegó la democracia.
Como llegaron la ley del divorcio, la ley de dependencia, la ley de
matrimonios de personas del mismo sexo, las políticas de igualdad… y
tantas otras cosas. Con Política Democrática, los españoles conseguimos
vencer la barbarie terrorista de ETA, aunque se nos caigan los palos del
sombrajo cuando recordamos las tentaciones en las que cayeron algunas
autoridades del pasado. Y con Políticas Democráticas, hemos conseguido que muchos corruptos de todos los ámbitos hayan sido castigados, rompiendo la dinámica corrosiva de la impunidad.
¿Faltan cosas? Por supuesto. Pero los avances que merece el trabajo cotidiano de los españoles y las españolas, van llegando gracias a la política,
y sólo con la política recuperaremos lo perdido, y alcanzaremos
novedades, y conseguiremos afirmar de nuevo la sanidad y la educación
pública, y una distribución fiscal justa para que los impuestos formen
parte decisiva del patriotismo y el sentido de pertenencia.
Claro que podemos entrar en matices y errores. Pero que los matices
no nos impidan sentir con orgullo la Política. Y con orgullo, ahora,
debemos agradecerle todo lo que nos ha dado. Es un buen momento para
movilizarse. Por desgracia en España no contamos con un
pensamiento democrático conservador como el que representa Angela Merkel
cuando rechaza de manera firme a la extrema derecha alemana. Pero la sociedad española sí puede afirmar con orgullo cívico el valor de nuestra vida y nuestra política democrática.
Solemos movilizarnos en artículos, manifiestos, reuniones, mítines,
para pedir el voto y apoyar a algún partido cuando llegan unas
elecciones. Creo que ahora conviene movilizarse socialmente en favor del orgullo político y de una tranquilidad social democrática. Porque
no todos son iguales, porque no todos roban, porque no todos mienten,
porque no todo es lo mismo, porque no podemos caer en la trampa de
nuestros adversarios que quieren quitarle autoridad al Estado y al bien
común por medio de la degradación de la política.
Hemiciclo del Congreso en el debate de la quinta prórroga del estado de alarma
Pool | Europa Press
"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais"
Roy Batty en 'Blade Runner'
Una de las cosas que en un
momento de mi carrera profesional me hizo pasar de la información a
otros géneros periodísticos, como el análisis o la opinión, fue mi
incapacidad sobrevenida para escuchar y transcribir aberraciones sin
poder poner contra las cuerdas de la contradicción a la fuente que en
ese momento me intentaba colar una mercancía averiada. Estos días he
vuelto a sentir la misma indignación cuando he leído y escuchado a
diferentes integrantes del Estado profundo, de aquello que los romanos
llamaban el imperium in imperio, desgranando
argumentos, quejas o directamente falacias que chocan profundamente con
cualquier idea de un Estado democrático que uno anide en su interior.
Cosas que no querría creer pero que son la muestra palmaria de que el
Estado profundo está crujiendo y ha decidido emerger a la superficie.
Algo se mueve, algo está cambiando. No me parece que sea el
vicepresidente del Gobierno el que se embrolle a contar estas cosas,
aunque yo voy a hacerlo, pero entiendo la acidez que le refluye cuando
los estómagos del Estado profundo regurgitan a cielo abierto su bilis,
no siempre aceptable en una sana democracia.
Desayunar
leyendo testimonios de miembros de una Policía con carácter semi
militar afirmar que cuando llega un director general los generales le
dejan inaugurar cosas y hacer discursos "pero al mismo tiempo le dejan
muy claro que aquí no manda" es un sapo antidemocrático difícil de
tragar. Pensar que existe un cuerpo que aún no entiende que es el poder
político, emanado del Parlamento, el que debe tener la dirección de un
cuerpo como la Guardia Civil no es que estomague, es que alarma. Estos
mismos testimonios consideran "indecente" que un ministro se tome la
atribución de hacer los nombramientos que le competen si no respeta unas
reglas propias de la cúpula de generales que denominan "cultura
institucional", pero que no están en ninguna ley ni son por tanto la
ley. Los que dicen que en el Consejo Superior de la Guardia Civil dejan
hablar al director general "y luego ellos deciden por detrás sus cosas,
como los ascensos" y nos muestran que el escándalo real es este.
La
oscuridad de la puerta de Tannhäuser no se ha cerrado en toda la
semana. Hemos visto por primera vez a todas las asociaciones existentes
dentro de la Benemérita sentadas con el jefe de la oposición. Lo que
algunos consideran histórico obliga a plantearse si es que jamás otro
jefe de partido osó sentarse con tales representantes "para analizar la
grave crisis" derivada de una decisión perfectamente legítima del
Gobierno. Cruje el deep state y se oye. El colmo de
este despropósito es comprobar que los oficiales de la Guardia Civil, a
través de su asociación, han solicitado al juzgado de Medel personarse
como acusación popular contra el delegado del Gobierno de Madrid, bajo
cuyo mando están muchos de ellos porque, recuerden, señores, son los
civiles que emanan del pueblo los que mandan y no me voy a cansar de
repetirlo.
No han sido los
únicos. El caso contra Sánchez –que no el caso del 8M, porque no hay
ningún caso en torno a la decisión del movimiento feminista de
manifestarse– está dejando en evidencia el poso no solo conservador sino
intolerante con la alternancia en el gobierno, a la que oponen
resistencia aparentando una neutralidad funcionarial que están lejos de
poseer. Eso le sucede también a la APM, la asociación más conservadora
de la judicatura y también justamente la más numerosa, que con una
chulería manifiesta ha salido a "recordarle" al ministro Marlaska, uno di noi,
la ley. Es uno de los suyos al que no consideran con más méritos que
ellos mismos y, por tanto, se refieren a sus decisiones en un tono
inquietante. No es eso lo peor.
Lo
peor es que para eso utilizan también ese alejamiento desdeñoso de la
verdad que parece inaudito en la judicatura. En un comunicado le
reprochan a un ministro del Gobierno, primer poder del Estado, que
releve a un cargo de libre designación porque, dicen, la ley afirma que
"los funcionarios de policía judicial no podrán ser removidos ni
apartados de la investigación que se les hubiere encomendado hasta que
finalice". Olvidan, adrede, supongo, que a Pérez de los Cobos,
ilustrísimo coronel jefe de la Comandancia de Madrid, en tal puestazo ya
no se le encargan investigaciones desde Plaza de Castilla. A pesar de
que la juez Rodríguez-Medel los prefirió al Cuerpo Nacional de Policía
que es competente en Madrid capital –tal vez por esa querencia familiar
que la puso en las quinielas para que al final Marlaska nombrara a
otra–, no ha podido sin duda darse el lujo de que le hiciera las
diligencias el propio coronel sino un modesto capitán que firma con su
TIP el informe. Es obvio que el artículo citado se refiere a ese capitán
y no al jefe de la Comandancia. Si las cosas fueran como dicen los
magistrados conservadores, un coronel jefe no podría ser cesado jamás,
pues siempre habrá equipos de sus subordinados ejerciendo tareas de
policía judicial.
Los jueces
conservadores han cerrado filas con su asociada, sin realizar ninguna
crítica a la extraña prisa que la ha llevado a instruir sola durante el
cese de actividad no urgente del decreto de alarma, dejando en
indefensión a José Manuel Franco. Finalmente, ha cambiado la fecha
insólitamente temprana que fijó para tomarle declaración, justo al día
siguiente de reiniciarse la Justicia. Pareciera que tiene entre las
manos la causa que más celeridad precisa de todo el panorama judicial y
quizá lo sea para algunos pero no por causas objetivas y jurídicas.
En
las crujías del Estado, los altos funcionarios, los "cuerpos de élite" o
la "aristocracia del Derecho", como gustan denominarse a ellos mismos,
están que trinan pero no por amor a la verdad. La Abogacía del Estado ha
lanzado a sus gargantas profundas a contar a la prensa que se sienten
"utilizados e instrumentalizados" por el Gobierno "que les utiliza para
defenderse". Aquí también me sale la que no traga, la que les contesta
descarada: "¡Oiga! ¿Y no será que es lo que son en este procedimiento?".
Así es procesalmente. La Abogacía del Estado ejerce, con todas las de
la ley, la defensa del delegado del Gobierno en Madrid, es decir, este
no tiene un abogado de un bufete privado sino un abogado del Estado. Si
defienden a Franco y sus derechos, ¿qué pueden hacer sino alegar
jurídicamente las vulneraciones que la juez hubiera podido cometer?
Defender a tu cliente es lo mismo seas abogado del Estado o de
Garrigues. Pero crujen y ponen a caldo a su jefa y vuelven a darle al
torno con el famoso cese de Bal "por el procès", aceptando para ello
unas premisas ideológicas determinadas, pues Bal fue cesado no para
obligarle a rebajar la acusación, sino cuando se descubrió que acusaba
por un delito como la rebelión que ni el Gobierno Rajoy le había
encargado.
Pero no importa.
Nada importa. Todos giran en torno a un relato falso que pretende, por
ejemplo, que un forense de Plaza de Castilla, con formación de
psiquiatra, va a darles el pie científico para desmontar a los
epidemiólogos. Todos aplauden la idea de que la actuación política ante
la catástrofe puede analizarse desde el derecho penal y no desde la
responsabilidad política. Todos confunden todo y apuntalan la idea de
que el hombre de Sánchez en Madrid es responsable por autorizar una
manifestación que odian por su significado político. Lo hacen sabiendo
que lo que hizo Franco fue no cercenar el derecho de manifestación
cuando no había siquiera víctimas y obviando que la Justicia lo consagró
en pleno estado de alarma y con miles de ellas.
Esto
no va de hacer justicia ni de honor ni de servicio. Esto va de
contribuir a hacer caer a un Gobierno cuando ni las urnas ni los números
parlamentarios ni la Constitución te lo permiten.
Las fábricas de automóviles Nissan de Barcelona cierran. Tres mil
trabajadores se quedan sin empleo y veinte mil más de las industrias
complementarias. Veinte mil familias, siendo muy prudentes podemos
contar sesenta mil personas que hoy no saben cómo ganarse la vida. Alcoa
de fabricación de aluminio en Galicia también liquida su producción,
mil trabajadores más en la calle. Y sus familias.
Era de esperar. Antes de que se tomaran las medidas de confinamiento
por la pandemia el paro se había situado en el 14%, el doble de la media
de UE, que es el suelo del paro estructural de España, y hemos vivido
periodos del 18 y hasta del 23%. El Capital en España cuenta con ello.
Son el ejército de trabajadores de reserva de que habla Carlos Marx.
Ellos, situados en los estratos más bajos de la escala productiva, en un
buen porcentaje emigrantes de países subdesarrollados, azotados por las
guerras que ha organizado ese mismo capital para arrebatarles las
materias primas, son muy útiles para mantener los salarios bajos, la
ausencia de garantías laborales y lo que llama la patronal "movilidad
laboral". Es decir, la disposición de los trabajadores para ser
trasladados a otros centros, incluso ciudades, sin fijar horarios,
contratos por días y por horas, el despido libre incluso de enfermos y
embarazadas, los falsos autónomos, y toda la panoplia de métodos de
explotación y de esclavitud que logró implantar la patronal en España a
partir de la crisis de 2008. Y que ningún gobierno, incluyendo el
benéfico PSOE, ha derogado ni piensa hacerlo, aterrado ante la ofensiva
del Capital, las advertencias de la Comisión Europea, la presión de los
lobbies empresariales y la campaña mediática contra la derogación de la
reforma laboral que, con toda desvergüenza, han desencadenado los
voceros de la derecha en los medios de comunicación que dominan.
Era de esperar, repito. Esta crisis la hemos vivido a partir de 2008,
pero en otros ciclos anteriores ya la habíamos padecido. Nuestro
tratado de adhesión al Mercado Común nos situó como país turístico y nos
impuso liquidar el tejido industrial que se mantenía desde el siglo
XIX, reducir la ganadería de altura y ciertos cultivos que tienen que
competir con Marruecos, y dedicarnos al turismo. Turismo, palabra mágica
que nos ha salvado de situarnos al nivel económico de los países
llamados "en vías de desarrollo". La desaparición de nuestra producción
industrial, que nos ha llevado al ridículo de no poder fabricar ni
mascarillas, nos entrega inermes a intentar recuperar desesperadamente
los ochenta millones de turistas anuales que nos dan de comer, a cambio
de destrozar el medio ambiente: playas, mares, lagos, ríos, montañas,
deteriorar los edificios históricos milenarios; que convierten nuestras
ciudades en lugares infernales, y cuyos usuarios se dedican a las
borracheras, los balconing, las peleas y agresiones, mientras nos llenan
de basuras y contaminan acústicamente las noches de verano.
La mayoría de la población española ignora que la II República
realizó un estudio por parte de ingenieros, constructores y
ambientalistas para proteger la Costa Brava del deterioro que podía
ocasionar el aumento de viajeros, como se les llamaba entonces. ¡En
1932! Ese estudio, que deseo se encuentre guardado en algún archivo,
nunca pudo ser realizado. Para impedirlo se ocuparon la Guerra Civil y
la dictadura. En vez de aquella belleza inigualable de las montañas
boscosas del Ampurdán, que se eleva sobre las pequeñas calas y las
hermosas playas de la Costa Brava, hoy las construcciones crecidas en el
último medio siglo han fagocitado bosques, colinas, playas y calas, y
vertido todos los desagües al antiguo Mare Nostrum antes azul prístino,
de suave oleaje y temperatura ideal para el ser humano. Cuna de la
civilización occidental.
No será secreto para nadie el estado en que se encuentran nuestras
costas desde Portbou a Algeciras. Causa espanto ver las urbanizaciones
construidas con ladrillo sobre ladrillo en la Costa Brava, en la Costa
Dorada, en Levante, en el Mar Menor –hoy desaparecido- en Marbella, en
Cádiz, en Mallorca, en Ibiza, en Gran Canaria, en Tenerife.
La industria turística es además la escuela de la zafiedad, del mal
gusto, de la incultura, del alcoholismo. Resulta insoportable unirse a
un grupo y seguir la manada de alegres, maleducados y borrachos turistas
para escuchar de un guía turístico mal informado el relato estúpido de
las bellezas y costumbres locales. No sólo no se ofrecen explicaciones
precisas y veraces sobre la historia del territorio sino que se
modifican a tenor de lo que la empresa supone que ha de gustar a la
clientela, contando anécdotas banales y muchas veces falsas.
La Barcelona industrial, que era puntera en la industria textil,
química, farmacéutica y pequeña metalurgia, la monumental que la
burguesía mimó en sus edificios emblemáticos, y la medieval que es la
ciudadela conservada más grande de Europa después de París, se ha
convertido en una urbe a donde arriban varios cruceros diarios con
cuatro y cinco mil personas que desde el puerto hasta la Diagonal se
convierten en hordas de gentes gritonas y maleducadas que dejan su
rastro de basuras malolientes indeleble en los centros históricos,
edificios y ramblas. Pero ese turismo no ha traído la riqueza necesaria
para que los barrios pobres como El Raval no sigan mostrando el rostro
de la miseria y el abandono, amén del tráfico de drogas y de la
prostitución.
Tantos elogios como nos prodigamos por nuestra gastronomía y no
escucho las voces que deberían denunciar la bazofia que se come en los
viajes turísticos y en todos los tugurios: tabernas, cafeterías,
restaurantes, chiringuitos callejeros, montados al calor de la llegada
de turistas; la estafa de los precios, la insalubridad de los alimentos y
la falta de higiene.
A este destrozo estético de nuestras costas y la aglomeración de
gentes en las partes más emblemáticas e históricas de nuestras ciudades,
hay que añadir, y no es menos preocupante y peligrosa, la contaminación
medio ambiental. El informe del 29 de mayo de 2020, emitido por
Tendencias Científicas, afirma que "El turismo ya es una de las
industrias más contaminantes". Representa el 8% de las emisiones
globales de gases de efecto invernadero.
El turismo mundial se ha consolidado como una de las industrias más
contaminantes: representa el 8% de las emisiones globales de gases de
efecto invernadero, de las que el 12% corresponden a los viajes aéreos.
El impacto del turismo crecerá hasta el 40 por ciento en 2025 si no se
cambian las políticas y los hábitos.
Según la OMT, las llegadas de turistas internacionales registraron un
notable aumento del 7% en 2017 hasta alcanzar un total de 1.322
millones. El sector mueve 1,4 billones de dólares cada año y supone el
7% de todas las exportaciones de bienes y servicios del mundo. A estos
datos hay que unir los de un estudio de la Universidad de Sídney, según
el cual la huella ecológica del sector ha superado los 4.500 millones de
toneladas métricas en 2013, cuatro veces más de lo previsto,
representando el 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto
invernadero.
Si esta tendencia se mantiene, la huella de carbono del turismo
mundial aumentará hasta un 40 por ciento antes de 2025, cuando alcanzará
los 6.500 millones de toneladas métricas de CO2, si no se cambian las
políticas y los hábitos, según la misma investigación. La
investigación, publicada en Nature Climate Change, ha reunido datos de
160 países y descubierto también que los viajes en avión representan el
12 por ciento del total de la contaminación que genera el turismo.
Además de las emisiones de dióxido de carbono, las emisiones de otros
gases de efecto invernadero relacionadas también con la actividad
turística, como los que se generan con el mantenimiento de las
infraestructuras (de hoteles y aeropuertos), así como las emisiones
vinculadas a la compra de alimentos, bebidas y recuerdos para los
turistas, ha elevado el porcentaje de la implicación del turismo en las
emisiones contaminantes hasta el 8 por ciento.
A la vista de los nuevos datos, la investigación ha determinado que
el turismo es responsable de casi una décima parte de las emisiones
mundiales de gases de efecto invernadero, y que los vuelos son un
componente importante de esta contaminación, algo que según los
investigadores fue obviado por el Acuerdo de París para contener el
calentamiento global.
La investigación destaca también que la huella ecológica del turismo
aumenta a medida que aumenta el tráfico de viajeros de un lado al otro
del mundo y que los ingresos que obtiene esta actividad no tienen
impacto en la reducción de la contaminación que genera el sector. Este
estudio, resultado de año y medio de trabajo, es el primero en
cuantificar la huella turística mundial en toda la cadena de
suministro, desde vuelos hasta recuerdos turísticos, y pone de
manifiesto que el turismo se ha revelado como un importante y creciente
contribuyente a las emisiones de gases de efecto invernadero. Hay que
volar menos y pagar más, es la consigna de la autora principal de esta
investigación, Arunima Malik.
Pero esta consigna significa arruinar el turismo de masas en el que
se basa la riqueza de España. Y es a él, como única solución defendida
incluso por economistas de fuste, al que tenemos que fiar nuestro
futuro. Que va a ser bastante más triste que el que predecía Alvin
Toffler en El shock del futuro de los años 70, y que nos aseguraba un
mundo feliz, basado en las nuevas tecnologías. Esa transformación de la
economía que defienden los burgueses de hoy cuando aseguran que la clase
obrera ha desaparecido. O en todo caso queda arrinconada en el sudeste
asiático donde nos fabrican los coches y los neumáticos y las camisas
una legión de esclavos que no importan a nadie.
Tal vez, el problemón que se nos plantea a todos los niveles laborales, económicos, sanitarios y funcionales, como de supervivencia, sea el impulso que necesitamos para abrir los ojos y cambiar ideas preconcebidas y formas de funcionar sin salida en un tiempo que nos supera en su dinámica como respuesta a nuestra depredación como especie intoxicada por un capitalismo feroz capaz de acabar con todo lo que existe. Incluido el Planeta y la propia especie humana, unida a tan terrible destino a todos las especies vivas.
Que estamos en las últimas es un hecho. Pero también si queremos cortar la sangría del desastre y vacunarnos contra el finiquito cada vez menos diferido y más acelerado si seguimos en este plan, aun podemos construir vida y posibilidades a partir del propio desastre. Tenemos delante una España vacía, regiones, comarcas, pueblos enteros, campos abandonados, y al mismo tiempo, un hundimiento laboral de escándalo con el cierre en cadena de fábricas, de industrias y empresas. Es decir, que tenemos un espacio inmenso para poner en marcha y miles y miles de trabajadores y trabajadoras en la calle. Por un lado miles de pueblos sin nadie y miles de casas vacías y por otro hacinamientos, deshaucios por falta pago de alquileres astronómicos, embargos por insolvencia hipotecaria, falta de alimentos y de recursos imprescindibles para sobrevivir, y todo ellos en medio de una riqueza natural que se ignora y se margina, porque no está inserta en medio del consumo y el destrozo.
En un mundo enfermo como este, potenciar agricultura y producción de alimentos sanos es tan fundamental reeducarnos en el consumo de productos del entorno natural como fomentar y potenciar desde el estado la agricultura sostenible y ecológica, igualmente es cada vez más imprescindible la producción de energías limpias para el consumo energético y para alimentar motores del transporte que no contaminen el medio ambiente, la fabricación de placas solares para las viviendas, como hacen en la Sonen Staat de Freiburg, en el Sur de Alemania, -en cuya región gobiernan Los Verdes, desde hace más de 40 años- que permite el consumo gratis de energía para las familias más económicamente débiles, el fomento de la producción artesanal y ecológica de tejidos, ropa, calzado, productos de higiene hechos a partir de productos naturales, por ejemplo, en Soria existe desde hace muchos años una empresa farmacéutica que fabrica medicamentos a partir de las plantas que la misma empresa cultiva, recolecta y transforma en diversos productos. Se llama Soria Natural y es una fuente de trabajo para toda la región. Además se puede fomentar el trabajo on line si se facilita la conexión a internet de las zonas abandonadas que se vayan repoblando.
La reconstruccción de los pueblos abandonados daría mucho trabajo a las empresas constructoras y a las fabricantes de materiales ecológicos para construir. Se puede hacer material de construcción con los muebles viejos, con los mismos derribos y maderas desechadas, se puede reciclar el tejido de las alfombras, tapicería, lana, algodón, lino...y al mismo tiempo fomentar el cultivo de esas plantas para evitar los tejidos cuyo origen es plástico, nylon y fibras artificiales contaminantes.
Las familias que repueblen esas zonas necesitarán tiendas, farmacias, algún bar, horno, carpintería, zapatería y también centros de confección y compostura de ropa, de calzado, escuelas, institutos, centros de cultura, bandas de música, centros de salud y atención sanitaria, hospitales pequeños, adaptados al medio, como equipos municipales de cuidados para ancianos, nada que ver con las residencias como negocio, talleres de reparación de maquinaria, de relojes, fábricas de reciclado de papel y cartón, de envases ecológicos, de material biodegradable, de cosmética limpia y natural, de envases de vidrios reciclados, creación de empleo en cuidado de los bosques y la prevención de incendios como el cuidado del medio ambiente, creando depósitos subterráneos para la incineración de rastrojos y así evitar incendios forestales, en fin...que vida hay, material para ponerla en marcha, también. Incluso el turismo se puede mejorar y transformar en una oferta distinta, que reparta por los pueblos a quienes quieran conocer otra España, real y sana, un turismo de cultura rural, en pequeñas dosis, en casas gestionadas por los habitantes de cada pueblo, con programas de senderismo acompañado, de visitas arqueológicas guiadas y de convivencia con un ambiente más sano y sereno que el de las ciudades.
Es el momento de ponerse en marcha, de no querer seguir deslizándonos por el terraplén que acabará enterrando esta impresentable descivilización en el abismo consumista, depredador y sin futuro alguno que nos espera si esto sigue como va. Ese cambio de vida nos hará cambiar de mentalidad, liberarnos de los tics de la rutina, de la dependencia del desastre como única salida, nos hará más libres y despejados para elegir, decidir, unirnos y cooperar en iniciativas y proyectos compartidos y pensados en común.
Es mucho más fácil organizarse desde lo pequeño, lo cotidiano, lo próximo, desde el mundusminor, que funcionar como tornillos de máquina, en la mecánica teledirigida por las finanzas y los emporios empresariales, en plan Big Brother orwelliano, que disponen y mangonean escondidos en legislaciones compradas, a su interés y capricho: el mundusmaior.
Mucho mejor, volver a la Caja Postal de Ahorros en la Plaza del Pueblo, que solo invierta en las personas y sus proyectos en la comarca y jamás lo haría especulando en la bolsa ni en Wall Street. Por eso están a salvo de la ruina especuladora,como ha pasado en España con las Cajas de Ontinyent y de Manacor, las dos únicas entidades que nunca invirtieron en fraudes bancarios, solo en proyectos comarcales sanos y limpios, de los vecinos. En fin, que sí, que se puede, que nada es eterno ni divino, sobre todo cuando se sostiene mediante la explotación, la injusticia y el robo a mano armada de una casta cerrada sobre sí misma y adicta a la bulimia financiera a costa del prójimo más explotado y perjudicado.
Si nos ponemos las pilas de la conciencia, si sabemos aprovechar las buenas ideas para hacerlas comunes y no para forrarnos, si somos lo suficientemente inteligentes como para comprender que el verdadero progreso solo es posible mediante la generosidad, la altura de miras y la solidaridad del bien común bien organizada entre todos y todas, conseguiremos no solo salir de esta, sino entrar en un plano de la existencia que nunca más conseguirá hacernos tanto daño y utilizarnos, para crear tanta desgracia, a causa de nuestra falta de conciencia y de un legado desastroso en nuestra historia y cultura. Todo está por hacer. Y eso abre tantas puertas, como liquida el mal fario que nos ha hecho tanto daño por no reconocerlo y seguirlo a base de rutinas sacralizadas, como si fuese dios. Un dios de pacotilla, claro, ideado por los mismos que nos educaron y llevaron durante siglos por la calle de la amargura. Lo verdaderamente divino es el ser humano cuando descubre quién es y puede experimentar y comprender para qué ha nacido de verdad.
Ahora cuando los mismos gestores del desastre se están cayendo a cachitos, es el momento de salir de Egipto, como hicieron los hebreos con Moisés, escapando de los faraones del forringoffice. Nuestra tierra prometida es la España vaciada a saco por el sisteminfailure que descubrimos en la peli de Matrix, y que al parecer está resultando ser mucho más real que imaginaria. Era una peli profética.
Una mujer en la calle con mascarilla, un bastón y un carrito de la compra, en Madrid. E.P./Ricardo Rubio
Todas las crisis económicas provocan cambios más o menos importantes en la esfera personal y doméstica, en el oikos
que era como los griegos llamaban no sólo a la casa sino a los bienes y
a las personas que formaban la unidad básica de convivencia y sustento
de la vida humana.
Los hogares españoles han tenido que hacer frente a esta crisis con
dos problemas que son una constante desde hace tiempo. Uno, del que se
habla poco, lo ha puesto de relieve el profesor Vicenç Navarro en
diversas investigaciones: al igual que ocurre en otros países de
tradición católica, los poderes públicos descuidan a las familias
españolas y les dan mucha menos ayuda que las que reciben en países de
otras tradiciones religiosas o laicas. El otro problema es común a todos
los países (aunque con diferencias considerables y a peor para España),
la desigual división del trabajo que se produce en el seno de las
familias: las mujeres asumen una parte considerablemente más grande del
trabajo que se precisa realizar en el hogar para sacar adelante la vida
de quienes forman parte de él.
Está perfectamente estudiado cómo todas las crisis agudizan esos dos
problemas y ya estamos comenzando a comprobar que la que estamos
viviendo lo hace de manera especial pues el confinamiento nos ha
obligado a tener en nuestro hogar más actividades y relaciones de las
habituales.
Muchas mujeres han realizado teletrabajo (aunque en menor proporción
que los hombres porque están en mayor medida empleadas en ocupaciones
que han sido consideradas esenciales) y otras han mantenido el empleo
presencial pero, en todos los casos, esta crisis está suponiendo una
gran intensificación del trabajo y del esfuerzo que realizan en sus
hogares para garantizar el sustento de su familia.
Las encuestas que ya se han realizado en algunos países muestran que
las mujeres están dedicando más horas que los hombres al trabajo
doméstico. Es lo que ocurre habitualmente (en España dedican más de dos
horas diarias más que los hombres) aunque ahora con más intensidad, pues
el cierre de los colegios ha obligado a dedicar mucho tiempo a la
enseñanza y cuidado de los hijos. Desconozco si ya se han hecho en
España, pero las encuestas realizadas en Francia muestran que el 33% de
las mujeres afirman dedicar más de tres horas al trabajo doméstico,
frente al 25% de los hombres y que el 59% cree que han dedicado más
tiempo que sus parejas masculinas a cuidar y enseñar a los niños, frente
al 25% de los hombres que creen que ellos han dedicado más tiempo que
sus parejas femeninas (aquí).
Con razón dijo la comisaria de Igualdad de la Unión Europea que la
Covid-19 está produciendo una "presión desproporcionada en las mujeres"
Sin embargo, este problema (grave) no es el principal que puede
afectarles a partir de ahora. La nueva normalidad va a suponer, quizá
durante un periodo largo, que los colegios no abran o no lo hagan
durante todo el tiempo, al mismo tiempo que no se va a recuperar todo el
empleo anterior, pues la actividad no se recobrará ni por completo ni
inmediatamente. Ambas circunstancias pueden dar lugar a que, a la hora
de elegir, sean las mujeres quienes principalmente abandonen el empleo
remunerado, total o parcialmente, para volver a dedicarse al trabajo
doméstico no pagado.
Un reciente informe de Naciones Unidas sobre el impacto de la
pandemia sobre las mujeres advierte tajantemente del riesgo de que se
pierdan los avances alcanzados durante décadas en favor de la igualdad
entre mujeres y hombres si no se toman las medidas oportunas. Un peligro
real porque, al igual que ha ocurrido en otras crisis, al efecto más
dañino que tienen sobre las mujeres se une que los gobiernos suelen
dejar de analizar el impacto que sus medidas tienen sobre su condición y
sobre la igualdad, tal y como desgraciadamente está ocurriendo ahora,
con un gobierno progresista, en España.
El confinamiento nos ha enseñado el enorme valor que tiene lo
doméstico, lo importante que es no sólo para nuestra vida personal sino
para la estabilidad y la supervivencia de la sociedad en su conjunto.
Cuando faltan recursos, no solo materiales, los hogares se convierten en
una fuente de inestabilidad social, de ineficiencias económicas, de
malestar personal y, en el peor de los casos -como desgraciadamente
estamos comprobando en los últimos meses- en un infierno violento, en la
inmensa mayoría de los casos, para muchas mujeres.
Es imprescindible reconsiderar la función de los hogares y las
familias, de lo doméstico, en nuestra sociedad y en la economía. Lo
necesitamos preservar y reforzar como lo que es, un bien común que
aporta un valor imprescindible, sin el cual no hay vida ni funciona la
economía. En términos puramente económicos, lo doméstico es la fuente de
las externalidades positivas (de efectos positivos que cada de nosotros
produce sobre los demás) más valiosas que tenemos en nuestra economía,
pero en lugar de aprovecharnos de ellas las dilapidamos porque, en la
mayoría de las ocasiones, no se les puede poner poner precio de mercado
ni considerar como una mera mercancía al trabajo que se realiza en el
hogar.
No sólo debemos evitar que esta crisis conlleve un retroceso de
décadas en la igualdad entre mujeres y hombres sino que tendríamos que
aprovecharla para dar un salto adelante para reforzar lo doméstico
promoviendo la igualdad.
Hay que incentivar la corresponsabilidad, incluso haciendo que esté
mal vista socialmente o, por qué no, penalizada la renuncia de los
hombres a trabajar en la misma medida que las mujeres en el hogar y a
asumir los cuidados con semejante dedicación.
Es preciso adoptar medidas urgentes para evitar la sobrecarga de
trabajo que implica el cierre de los colegios. Dedicar dinero a promover
el empleo de monitores para atender a las familias o incluso para
subvencionar su uso por las de bajos ingresos, por ejemplo, no es gastar
sino invertir en el futuro y ayudar a crear empleo. Hay que poner en
marcha con la mayor inmediatez un plan de apertura de centros infantiles
vinculados a los espacios de trabajo; hay que tomar medidas para evitar
que las mujeres, en una crisis más, sean las primeras en dejar el
empleo y las últimas en volver a ocuparlo o las que estén condenadas a
ocupar los de tiempo parcial.
La discriminación contra las mujeres y las niñas y la desigualdad que
sufren respecto a los hombres no puede ser algo que merezca atención
tan solo en las etapas de bonanza económica, como una especie de guinda
que se poner sobre las políticas económicas cuando hay recursos. Hay que
abordarlas como lo que son, "una injusticia global abrumadora", en
palabras del Secretario General de las Naciones Unidas.
En España hemos avanzado mucho en los últimos años, pero no lo
suficiente y aquí, como en otros muchos países, la beligerancia contra
la igualdad entre mujeres y hombres ha ido en aumento, casi en la misma
proporción en que aumentaban los recortes de gasto social y de ayudas a
las familias que han hecho quienes se llenan la boca diciendo que las
defienden.
Hace
falta un gran pacto de Estado a largo plazo para defender de verdad a
las familias, con recursos, con corresponsabilidad, con principios de
igualdad y justicia, con eficiencia y evitando el derroche de recursos
que supone no aprovechar el enorme valor social y económico del trabajo
doméstico y del cuidado.
¿Qué ha sucedido con las muertes y los duelos en esta pandemia?
¿Cómo lo han sufrido, y lo sufren, los hijos, padres, madres, parejas,
familias y amigos de los fallecidos? ¿Qué ha sucedido con las
despedidas, los adioses, los últimos contactos, las lágrimas, el dolor?
Muertes
En otros posts nos hemos referido al duelo y la muerte. Hemos hablado de nuestra experiencia frente al duelo y la muerte como médicos, de cómo la homeopatíanos puede ayudar en este trance; hemos hecho reflexiones a través del cine,
hasta hemos criticado el que en el manual psiquiátrico más famoso, el
de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, DSM 5, (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) se recomiende medicalizar el duelo
si pasan más de ¡15 días! con síntomas, en una clara muestra de
insensatez e incomprensión de este proceso normal en el devenir vital de
los seres humanos.
Si un fallecimiento ya es un
acontecimiento doloroso, en el caso de los fallecidos por coronavirus las circunstancias han sido especialmente crueles. Los
familiares no han podido ver a sus seres
queridos en los hospitales o las residencias; no han podido ver sus cuerpos
sin vida, a veces, hasta muchos días después; no han podido enterrarlos o
incinerarlos de la manera acostumbrada; no han podido llorarlos.
Y a pesar de que tantos y tantos sanitarios han sido, también, ese
último ancla cálida y compasiva que unía a los familiares y a los
pacientes, no es en absoluto lo mismo que la despedida la haga quien
debe hacerla, o sea, las personas más cercanas. Sin mencionar que muchos
tampoco han tenido esa oportunidad y lo han vivido en absoluta soledad.
El mismo Gervasio Sánchez, prestigioso reportero de guerra, lo ha denunciado recientemente:
“Jamás en mi vida, en ninguna de las epidemias que he cubierto, como el
ébola, el cólera, la hambruna… había visto el abandono tan brutal que
han sufrido los muertos de este país».
Ritos
No, no ha habido ceremonias. No ha habido ritos. Los ritos son parte esencial de la actividad humana (y animal). El filósofo Byung-Chul Han habla precisamente en su último libro de la importancia de los ritos y de cómo nuestra sociedad los está perdiendo y, al tiempo, se pierde a sí misma.
Aun así, estamos rodeados de
ellos, aunque no seamos plenamente conscientes. Pensemos en las batas (la
medicina conserva innumerables rituales), las togas, las firmas (¡manuales, en
plena era digital!), los anillos de compromiso, los nacimientos, los ritos de
adolescencia (camuflados en la mayoría de sociedades), la misma muerte a la que
nos referimos… No, los ritos no son cosas del pasado, una antigualla que hubiera
que extinguir, sino que forman parte de nuestras más profundas raíces biológicas.
Y los ritos funerarios, en particular, se pierden en la memoria de los
tiempos y su profundo simbolismo da conciencia e identidad a los grupos humanos
(y seguramente también a algunos otros grupos de mamíferos). De ahí su radical
trascendencia, no solo social, sino casi de especie.
Duelos durante el confinamiento
Duelo viene del término latino “dolor/doloris”, que significa
dolor. Dolor, así de simple. No hace
falta más, está todo dicho. Un dolor que todos, o casi todos, conocemos. Dicen
que cada fallecimiento puede afectar a unas 10 personas de media, o sea que
podemos hacernos una idea de la cantidad de personas damnificadas solo en esta pandemia.
Una de las características de los duelos por coronavirus es que han sido, obligatoriamente, diferentes. No solo porque no ha existido la parte social del duelo, o ha sido distinta, como comenta la psicóloga O. Fernández, sino porque, de entrada, no había muertos. No, no eran muertos, eran desaparecidos, tal como dice también el Dr. V. Méndez. Al menos, temporalmente. Y el duelo con los desaparecidos es diferente. Es un duelo, en principio, más silente, aplazado, “congelado”. Su elaboración tarda más en iniciarse y es más costosa.
Como no existe la constatación física del cuerpo y la constatación
social que nos “permite” el duelo, todo es más ambiguo. Porque
necesitamos la presencia física del cuerpo sin vida, o su lugar de reposo, para elaborar el duelo. Y necesitamos ritos, ritos individuales y colectivos alrededor de ese cuerpo, que es el elemento central, y que no estuvo.
Confinamiento
La muerte en soledad en los
hospitales, en residencias o en casa, las no despedidas, los no duelos, han sido
aspectos especialmente duros del confinamiento. Un confinamiento del
cual no teníamos precedentes y de decisión muy compleja y difícil pero cada vez
más, en concreto el efectuado en España, de consecuencias, y siempre hablo en
al aspecto sanitario, muy preocupantes.
Últimamente se habla de si había que elegir entre salud y economía
pero creo que es un falso dilema. Lo económico tiene indudables efectos
sanitarios en la población, directos (mortalidad) e indirectos
(morbilidad). Como he comentado recientemente, al hablar de la convivencia familiar durante el confinamiento, la pobreza
sigue siendo uno de los principales determinantes de salud, como se ha
visto en este caso, y no tanto las inversiones en hospitales o centros
sanitarios (en los que tampoco se invierte mucho). Por otro lado, las
políticas de salud tienen repercusiones económicas innegables. La
morbilidad del confinamiento irá apareciendo progresivamente y pude ser
devastadora. Así pues, salud y economía van juntos en la verdadera medicina biopsicosocial de la que en este blog hablamos a menudo.
Cómo tratar el duelo en el confinamiento
Como mencionamos al principio, en los posts citados, los medicamentos homeopáticos,
por sus escasos o inexistentes efectos secundarios, son una muy buena
opción para tratar el duelo. Por repetir algunos de los más utilizados:
Natrum Muriaticum, Ignatia, Phosphoricum Acidum, Causticum,
Staphisagria… Pero puede ser cualquier otro. No debemos caer en la
rutina, hay que personalizar la reacción concreta de ese paciente concreto para prescribir el medicamento más adecuado.
Por otro lado, desde la Terapia Breve
podemos dar una serie de recomendaciones generales que pueden ser muy
útiles aunque, dependiendo de los casos, siempre es mejor la supervisión
de un profesional.
Lo primero que suelo hacer es
constatar con el paciente que, por mucho que te digan, este proceso es
incurable. No hay cura para este
dolor. Siento decir esto pero no hay terapia, ni medicamento curativo. Sin
embargo, sí que hay maneras de ayudar a sobrellevarlo, con un cierto alivio, lo
cual no es poco. Y evitando, además, medicaciones del todo punto innecesarias y
que lo único que hacen, la mayoría de veces, es convertirse en un problema
añadido. Creo que este ejercicio de sinceridad
es muy conveniente para situarme con el paciente ante uno de los trances más dolorosos e inquietantes de
nuestra existencia, donde más preguntas y angustias surgen, donde más
desesperación vital experimentamos.
Dicho esto, es necesario no evitar el dolor ni los recuerdos, sino,
al contrario, dar un espacio adecuado a ese dolor. Buscarlo de forma activa,
incluso. Así que invito al paciente, de una manera pautada y concreta, a que cada
día disponga de un tiempo para contactar con ese dolor. No habrá liberación si
no nos adentramos y atravesamos hasta el fondo ese dolor.
Todos los rituales de despedida son de indudable
utilidad. Cartas, música, poemas, flores, visitas a según qué lugares simbólicos…
Esto puede hacerse de forma individual y, mejor, en compañía de familiares y
amigos, aunque las dos son compatibles y necesarias.
Otra técnica con la que tengo
buena experiencia con los pacientes es la que denominamos “Galería de
recuerdos”. Se trata de hacer un recorrido
por nuestros recuerdos con la persona fallecida y construir una especie de
cuadros que sinteticen esos momentos. Así, armamos una especie de galería con
esos cuadros, algunos de los cuales nos proporcionan sensaciones positivas y cálidas
y otros, quizás, de sufrimiento. Ponemos unos a un lado y otros al otro. Al paciente
se le invita a visitar esa galería cada noche, antes de dormir, mirando uno y
otro lado, durante semanas o el tiempo necesario y, poco a poco, hasta los momentos
más tristes los irá viviendo con nostalgia, consiguiendo emanciparse del dolor
gradualmente.
Tiene que quedar claro que no se trata, en
absoluto, de olvidar, sino de poder recolocar
esos recuerdos en un lugar desde donde no nos impidan u oscurezcan el mirar
hacia delante y seguir manteniendo, al mismo tiempo, el recuerdo de la persona
querida.
Dependiendo de la evolución
se puede modificar las técnicas o añadir otras pero mejor, en estos casos,
contar con la intervención de un profesional.
De todas formas, más allá de
cualquier terapia o técnica (hasta la palabra me parece frívola en este
contexto) aquella máxima médica, que ya hemos repetido en alguna otra ocasión,
se vuelve aquí paradigmática:
“Curar a
veces,/ aliviar a menudo,/ consolar siempre”.
Sí, hermanas y hermanos, sí, nuestra especie también puede ser maravillosa y mientras unos cuantos la lían parda otras y otros muchos más, navegan, navegamos, brazos abiertos al rededor, abrazando soledades, desamparos, olvidos, carencias, dolores y desajustes injustos con rostro humano y la misma sustancia primordial repartida en cuerpos diversos y alma común. Open Arms, Open Music, Open Soul, Open Life, Open Heart, Open Love...Open the ports, Open the borders!
Graçies infinites, estimades Montses, i estimats tripulants de la vida per eixos mars de Dèu...
Fernando Valladares, biólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales, especialista en cambio climático.
Esta primavera, FSC ha puesto en marcha la serie de charlas virtuales #BosqueHablado
entre su director de Comunicación, el periodista César-Javier Palacios,
y diversos expertos en naturaleza, líderes de opinión de lo verde.
Comenzaron con Fernando Valladares, biólogo del Museo
Nacional de Ciencias Naturales, especialista en cambio climático que con
esta pandemia ha dado a conocer aún más su capacidad de divulgación científica. ‘El Asombrario’ recoge aquí parte de lo que dio de sí tan interesante charla sobre las conexiones entre nuestra salud y los hábitats saludables, como los bosques con riqueza de biodiversidad.
Valladares tiene un blog, La salud de la Humanidad,
que se ha convertido casi, casi en algo profético de lo que nos está
pasando. Su presentación no deja lugar a dudas: “El objetivo aquí y
ahora es contribuir a que la humanidad adquiera una visión crítica de su
relación con el planeta”.
Además, a través de entrevistas y artículos, este biólogo ha sido una
de las voces más sabias durante el confinamiento al explicar la
relación de esta emergencia sanitaria con el acoso de la Humanidad a la
naturaleza y el deterioro del planeta. De eso habló también en la
primera de las charlas #BosqueHablado de FSC .
“Me veo en esa posición, que no te creas que me gusta mucho, de ‘os
lo dije, os lo dije’. Desde los años 90 empezamos a hablar de la no
sostenibilidad. En los últimos 10 años, la cuestión ha ido tomando mayor
preocupación. Y hace un año o dos, muchos científicos hemos decidido
salir de los laboratorios y comunicar; yo intento no poner un tono muy
catastrofista ni apocalíptico, pero los datos son bastante elocuentes.
Con la pandemia estamos viendo esa conexión del medioambiente con
nuestro propio bienestar y con la salud. ¿Cómo podemos no ver las
conexiones de nuestra salud con la salud de nuestros ecosistemas, con la
riqueza de especies? Tú a un coche no puedes quitarle 20 tuercas y 50
tornillos y que siga funcionando igual; pues lo mismo sucede con los
ecosistemas”.
“No hemos sido capaces de ver el elefante que teníamos en la
habitación, y deberíamos proteger la naturaleza, aunque solo fuera por
puro egoísmo. Realmente, reflexiones como las de Félix Rodríguez de la
Fuente no pueden ser más actuales, cuando decía que el ser humano no es
un extraterrestre, que somos parte de la naturaleza. Y son reflexiones
que realizaba hace más de 40 años. Pero es que la Cumbre de la Tierra es
de 1992… ¡Han pasado casi 30 años! Son muchos años para no haber hecho,
entre comillas, nada. Casi nada. Estamos con muchos deberes
acumulados”.
“¿Cómo podemos pensar que si el 80% de la energía que generamos se
produce a partir de combustibles fósiles y que esos gases emitidos a la
atmósfera provocan un efecto invernadero, conocido desde hace tiempo,
cómo podemos pensar que eso no tiene ningún impacto en el planeta? ¿Cómo
vivir de espaldas a esas emisiones? ¿Cómo no vemos el elefante en
nuestra habitación? Intentemos hacer esa reflexión. Cualquiera que
mirara a la Tierra desde lejos, desde fuera, vería cómo todos estos homo sapiens
vivimos de espaldas a las condiciones ambientales que favorecen nuestra
propia existencia. Necesitamos esta atmósfera; nos sacan de ahí un
poquito y morimos. ¿Cómo podemos no verlo? El planeta no está en
peligro, los que estamos en peligro somos nosotros. Sabemos que es en
unas condiciones muy estrechitas en las que nuestra vida es posible, y
aún más estrechitas en las que nuestra vida es agradable, confortable,
tolerable. Es muy obvio que lo que le estamos haciendo a la naturaleza
es contraproducente para nosotros, por eso destaco la figura del
egoísmo. Un poco de egoísmo no viene mal; se trata de preocuparnos de
nosotros, y debemos preocuparnos por las condiciones del planeta que
permiten que yo viva”. Deforestación y pandemias
“La relación entre el deterioro de los ecosistemas, la deforestación,
la pérdida de biodiversidad y la pandemia Ecovid19 está cada vez más
clara. La deforestación y destrucción del hábitat tienen varios efectos.
En primer lugar, nos pone en contacto directo con especies que hospedan
patógenos, virus, para los cuales no tenemos desarrollado un sistema
inmune; provocan el fenómeno de la zoonosis, saltos de patógenos de
otras especies a la humana. Si a esto le sumamos otro ingrediente, la
pandemia está servida: la globalización. Si este virus se hubiera
originado por ejemplo en el África tropical posiblemente su expansión no
hubiera sido igual. Wuhan está muy conectada, los bienes que se
producen allí son inmediatamente distribuidos a miles de kilómetros por
todo el planeta y en poco tiempo hombres de negocios que estaban allí
trajeron el virus a Europa. El tercer ingrediente para meter en la
ecuación de esta pandemia es la desigualdad, gente muy pobre que crea
focos de contagio muy potentes. Es la ecuación del desastre: destrucción
del hábitat + desigualdad humana (muchos muy pobres y unos cuantos
ricos) + globalización, que multiplica la ecuación. Tenemos así la
dimensión del desastre”.
“La biodiversidad –ecosistemas saludables, con mucha riqueza de
especies– nos protege de varias maneras frente a pandemias y zoonosis.
Por tres mecanismos. El más general es un control demográfico; un
ecosistema muy rico en especies e interacciones hace que ninguna especie
explote, que no se vuelva demasiado abundante; logra equilibrios de
manera que los depredadores mantienen a raya los patógenos. Otro sistema
de control es el de la dilución; cuando un ecosistema es sano y
diverso, la carga vírica se diluye, no desaparece el patógeno, pero se
reparte entre muchas especies, y eso tiene de bueno para nosotros que no
todas las especies son igual de buenas como hospedadores, y así algunas
actúan como cortafuegos del contagio, algunas desarrollan una carrera
armamentística contra el patógeno que lo mantiene a raya antes de saltar
a los humanos. Esas especies cortafuegos logran mantener cargas víricas
bajas. Eso es la dilución. Y el tercer mecanismo es el de
amortiguación, la diversidad dentro de una especie; lo estamos viendo en
la especie humana, la distinta forma de reaccionar nuestros organismos
frente al coronavirus. Parte de esa respuesta tan distinta depende de la
edad, la alimentación, el estado físico, pero una parte importante
tiene que ver con nuestra diversidad genética; esa diversidad dentro de
una especie también hace de cortafuegos, de barrera frente a ese
patógeno. Explotaciones ganaderas, agrícolas o forestales que reduzcan
la diversidad genética nos hacen más vulnerables a todos frente a una
pandemia. La riqueza dificulta que algo explote. Son los tres mecanismos
de contención”.¡ Tener cerca las especies más peligrosas
“Bosques maduros, con buena salud y biodiversidad facilitan esas
fronteras naturales. Entre un bosque de monocultivos, pobres en
especies, con solo una o dos, y otro rico, maduro, estable, entre un
bosque simplificado y un bosque complejo, la diferencia es radical. Y
directa o indirectamente los humanos eliminamos las especies más
interesantes y nos rodeamos de las especies más portadoras de patógenos,
con más potencial de transmisión a los humanos. ¿Cómo es esto? Porque
nos rodeamos de las especies más capaces de tolerar ambientes
degradados, sistemas muy alterados, los más próximos a nosotros. Son
especies que abundan y son las más peligrosas. Un ejemplo bien concreto
es la enfermedad de Lyme, transmitida por garrapatas, y que es muy
perjudicial para nuestra salud. Las zarigüeyas actuaban de cortafuegos,
porque cuando las garrapatas contagiaban a una zarigüeya, esta actuaba
de cortafuegos, pero si atacaban a los ratones, no, ellos hacían de
transmisores; al simplificar, al degradar los ecosistemas y diezmar la
población de zarigüeyas, la enfermedad progresaba vía ratones, la carga
vírica aumentaba y las posibilidades de contagios aumentaban; la
enfermedad se extendía a medida que la zarigüeya desaparecía. Es un
ejemplo bien claro de cómo la riqueza de especies es la clave.
No olvidemos que la epidemiología es un tema de probabilidades, de
bajar cargas víricas para bajar probabilidades de infección. Es el mejor
antivirus”. Bulos y divulgación
“En toda esta labor de concienciación y divulgación, al lenguaje
científico debemos sumar el artístico y el de las ONG; es fundamental la
labor de despertar que ha jugado siempre el movimiento ecologista. La
dificultad de comunicar la pérdida de biodiversidad es un problema
gravísimo. Vivimos de espaldas a la naturaleza. Por desgracia, en este
mundo tecnológico y urbano, ese alejamiento del medio natural hace que
sean complicados los mensajes para protegerla. Y gente como Félix
Rodríguez de la Fuente, como Cousteau y David Attenborough han tenido
esa capacidad de narrar que te conmueve, que te emociona, para llegar a
partes importantes de la población”.
“Pero hay algo que me preocupa sobremanera. Todos y cada uno de
nosotros deberíamos ser capaces de gestionar toda esta avalancha de
información que nos llega por tantos canales; es todo un desafío
gestionarlo y tiene que ir de la mano de una autocrítica tanto del
emisor como del receptor. Me preocupan mucho los bulos y las
pseudoverdades. Es el lenguaje del mal para echar a rodar mentiras. Se
trata de liar las cosas, coger un pedacito de verdad, mezclarlo con un
poco de lo que yo quisiera que fuera verdad, mezclarlo con algo
emocional, algo que mueva las entrañas, agitarlo, ponerlo en un buen
formato y lanzarlo para que llegue a miles de personas. Es tremendo y
tenemos que ser capaces de identificarlo y neutralizarlo. Es el ruido;
sumamos tanto ruido que me gustaría que no perdiéramos la brújula
autocrítica para navegar”.
Estamos viendo hoy en España principalmente dos visiones de
lo que debería ser la recuperación y vuelta a la normalidad durante y
después de la pandemia. Una de ellas queda reflejada en el aplauso que
cada día, a las 8 de la tarde, la ciudadanía de cualquier población
española dedica, desde los balcones de su casa, a los profesionales y
trabajadores de los servicios sanitarios y sociales que están
desempeñando su labor de salvar la vida de sus conciudadanos en unas
condiciones que entrañan un alto riesgo de contagio, enfermedad y
muerte, a causa de la escasez de recursos (concretamente, de instrumentos que los protejan) derivada de la gran subfinanciación de dichos servicios. Tal escasez es resultado de las políticas de austeridad impuestas (y digo impuestas pues no estaban en sus programas electorales) a
la población por los partidos gobernantes en España (y en la
Generalitat de Catalunya), siendo el gobierno del Partido Popular
(apoyado por Ciudadanos) y el gobierno de Convergència Democràtica de
Catalunya (CDC), en Catalunya (apoyado por el PP catalán primero y por
ERC después), los que recortaron más dicho gasto (Vox no tenía
entonces representación parlamentaria, aunque de haberla tenido habría
exigido incluso más recortes, privatizando, incluso con más dureza, los
servicios sanitarios y sociales, tal y como promueve su programa
electoral). El aplauso a las víctimas (profesionales y trabajadores de los servicios sanitarios y sociales) lleva implícita una crítica a los gobiernos que llevaron a cabo tales políticas de austeridad,
responsables de los riesgos a los que están expuestos aquellos
profesionales y trabajadores de tales servicios, y dicha crítica, por
mera coherencia, implica una demanda para que se eliminen los
enormes déficits de gasto público sanitario y social, poniendo tal
exigencia en el centro de las medidas que se están proponiendo para
conseguir la recuperación económica y social del país, así como
para contener la pandemia, medidas todas ellas que deberían tomarse
bajo el consejo y asesoramiento de científicos conocedores de la
evolución de las pandemias y de cómo controlarlas.
La necesidad del New Deal Social
De ello se deduce que el aumento del gasto y empleo público en los
subfinanciados sectores sociales (sanidad y sectores sociales) debe
ser parte de un aumento del gasto y empleo público para, entre otros
objetivos, intentar corregir la enorme subida del desempleo que la parálisis de la actividad económica –resultado de la pandemia- ha creado y continuará creando. Hoy
hay un amplio consenso entre los establishments financieros y
económicos, así como en los gobiernos a los dos lados del Atlántico
Norte, de la necesidad de un aumento significativo del gasto público. El gran debate, entre la mayoría de los partidos políticos, no es tanto si debe haber o no un aumento del gasto público, sino en
qué sectores y cuándo se tiene que realizar tal gasto público. Y en la
alternativa progresista se prioriza la inversión social –el llamado New
Deal Social– que complemente el también necesario New Deal Verde, con
una reconversión del sector industrial para hacerlo más sensible al bien
común y no solo a satisfacer las necesidades del mercado,
definidas por la capacidad adquisitiva de cada consumidor (ver mi último
artículo, "Cómo y cuándo salir de la enorme crisis económica creada por
la pandemia", Público, 20.05.20, para ver una explicación más extensa de esta alternativa).
La versión española de la visión trumpiana de la recuperación
La otra visión, alternativa a la anterior, se presenta en
forma de protesta contra el confinamiento y otras medidas aprobadas por
el nuevo gobierno de coalición de izquierdas, y se manifiesta con las
caceroladas, como alternativa a los aplausos. Dicha visión
quiere utilizar a los fallecidos por la pandemia con fines partidistas,
acusando al gobierno de coalición de ser responsable de tanta muerte,
ignorando y silenciando (con la colaboración de los grandes medios que
apoyaron en su día las medidas de austeridad) los recortes de gasto
público sanitario y social que sus representantes políticos impusieron
cuando gobernaban. Su acusación al gobierno es la de "querer
suprimir las libertades", así como la de "mentir", denunciando al
presidente Sánchez por haber faltado a la verdad al indicar que España
era el quinto país del mundo en realizar más pruebas de diagnóstico a la
población. Este dato, sin embargo, es una verdad incontestable. Vean
los datos que recoge STATISTA, que confirman que ahora España es ya,
después de EEUU, Rusia y Alemania, el país que ha hecho más pruebas
diagnósticas (cuando el presidente Sánchez lo mencionó era el quinto).
En lo que Pedro Sánchez erró fue al citar la fuente de estos datos, que
no fue la Johns Hopkins University como él dijo, sino la citada
agencia, también de gran credibilidad científica (la JHU solo publica
dicha información para los Estados de EEUU, pero no para otros países
del mundo). Que esta inexactitud del presidente, Pedro Sánchez,
al citar las fuentes sea presentada como parte de una campaña para
ocultar la verdad es absurdo. Y el impacto mediático
que dicha acusación ha tenido se explica por el sesgo derechista de gran
parte de los medios de información y el clima de crispación creado por
las derechas. Otra maniobra para desacreditar al gobierno es querer
responsabilizarlo de las muertes por culpa del retraso en su respuesta a
la pandemia. Tal retraso fue un error. Pero dicha acusación
ignora maliciosamente que la gran mayoría de gobiernos europeos también
reaccionaron tarde, pues creían que la epidemia se centraría en Asia y
no llegaría a Europa. En realidad, otros países, incluyendo
Alemania, reaccionaron incluso más tarde que España y, sin embargo, su
tasa de mortalidad ha sido mucho menor. España respondió tarde, como también lo hicieron la mayoría de los países no asiáticos. Pero
cuando se respondió, se hizo con contundencia. La postura seguida por
el gobierno desde entonces ha sido, en general, acertada, aun cuando se
hayan cometido errores. Pero, en base a los argumentos
utilizados por las derechas, es probable que las derechas extremas y la
extrema derecha (como las define el magistrado José Antonio Martín
Pallín, miembro emérito del Tribunal Supremo) lo hubieran hecho mucho
peor, pues han mostrado, una vez más, su enorme insensibilidad
social y su escasa, por no decir nula, credibilidad científica, y una
abusiva manipulación en su comportamiento. En realidad, su visión es semejante a la del trumpismo en EEUU,
(que he detallado en otros artículos), el cual se caracteriza por su
insistencia en desoír las advertencias realizadas por la comunidad
científica, hecho que ha causado un gran aumento de la mortalidad,
incluyendo la de los trabajadores esenciales, indispensables para la
supervivencia del conjunto de la sociedad. En EEUU, el trumpismo
está causando un enorme desastre, con sus privatizaciones y políticas
de inversión pública sesgada hacia los grupos y lobbies económicos que
lo favorecen, sin prestar ninguna atención al daño que sus políticas
están causando a la calidad de vida y bienestar de las clases populares
de aquel país.
La extensión del trumpismo en España
Este trumpismo en España va mucho más allá del que se
presenta en Vox. En realidad, el trumpismo es la máxima expresión del
neoliberalismo, con claros tintes darwinianos. De ahí que aparezca
incluso en amplios sectores de la cultura política y mediática de
nuestro país. Ejemplos hay muchos. El lector me permitirá que me refiera, como un ejemplo de ello, al programa televisivo La Sexta Noche, que intenta dar una visión de lo que es el debate político en base a una tertulia en la que lo habitual es el tono insultante y grosero, especialmente entre las derechas. En tal programa aparece invitado con frecuencia nada menos que el exdirigente socialista José Bono (que es conocido por su conservadurismo y hostilidad hacia las izquierdas, y uno de los políticos más visibles en tal fórum) acusó
a Unidas Podemos de ser "defensora del autoritarismo comunista" y de
querer establecer un régimen dictatorial al intentar promover la
ocupación pública como manera de resolver el elevado desempleo, añadiendo como prueba de otro supuesto "extremismo" el que, según
el Sr. Miguel Sebastián (que fue ministro de Industria), "casi todos
los economistas, Keynesianos o no, pensamos que lo último que se debe
hacer en una crisis económica es subir los impuestos" (ver "Otra vez el impuesto sobre patrimonio", El Español, 17.05.20). Ante estas declaraciones caben dos posibles explicaciones. Una es que estén mintiendo,
pues la evidencia de que no están en lo cierto es abrumadora. Me temo,
sin embargo, que no están mintiendo. Para mentir, uno tiene que conocer
la verdad. Y es obvio que no la conocen. De ahí que la segunda explicación sea la ignorancia, lo cual es sorprendente para personajes que han tenido tanto peso político en el país. En
realidad, el consenso es en el sentido opuesto al indicado por el Sr.
Bono y el Sr. Miguel Sebastián, un consenso no solo presente entre
economistas progresistas, sino también entre conservadores y liberales;
todos ellos consideran que, ante la enorme tasa de paro, el sector
público tendrá que crear empleo masivamente. Paul Krugman, Joseph
Stiglitz y una larga lista de Premios Nobel de Economía lo están
pidiendo. Y un tanto igual en cuanto a la frivolidad (y no hay otra manera de decirlo), de
que subir impuestos durante una crisis son, según el Sr. Bono y el Sr.
Miguel Sebastián, "medidas sumamente radicales y extremistas". En
realidad, se hace constantemente. Sin ir más lejos, el PP lo hizo y con
bastante intensidad, por ejemplo, subiendo el tipo general del IVA del
18% al 21%, y el tipo reducido del 8% al 10% en 2012, así como el IRPF,
entre 0,5 y 7 puntos, en plena crisis económica.
La enorme crisis económica y social requiere una intervención masiva
del Estado (a todos los niveles: central, autonómico y local) para
resolver el desempleo y la precariedad, que alcanzarán unos niveles
elevadísimos con el consecuente deterioro de la calidad de vida de la
mayoría de la población (golpeando especialmente a las clases
populares), hecho que ya está ocurriendo en medio de una pandemia que
está muy lejos de haberse controlado. De ahí que, además de la
gran ampliación y mejora de los servicios sanitarios y sociales, haya
una necesidad urgente del Estado de crear empleo, lo cual se puede hacer
por tres medios, todos necesarios y muy urgentes: una es facilitar la
recuperación de las empresas, con el consiguiente mantenimiento del
empleo; otra es la creación masiva de empleo, con el New Deal Social y Verde; y otra es reducir significativamente el tiempo de trabajo por trabajador. Y para que ello sea posible es indispensable derogar la
reforma laboral del 2012, una de las causas principales del enorme
deterioro del mercado de trabajo. Es, pues, condición
indispensable para la recuperación económica la mejora de las
condiciones laborales en España, de las más precarias de la UE-15, causa
de su ineficiencia y escasa productividad. El gran descenso
salarial (el porcentaje de las rentas del trabajo sobre todas las rentas
nacionales ha ido bajando desde 2007) que ayudó a consolidar aquella
reforma laboral es una de las mayores causas de la ineficiencia del
sistema económico, con una demanda doméstica excesivamente limitada (ver mi libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante, Anagrama, 2015). Y aquí, de nuevo, es
un indicador del enorme desequilibrio de fuerzas que existe en el
Estado y en los grandes medios del país que el pacto para derogar tal
reforma laboral se presentara (también en La Sexta Noche) como un golpe de Estado comunista para instaurar una dictadura (¡Bono dixit!). Que tal estupidez (y, de nuevo, no hay otra posible definición) se presente como una proposición objetiva ilustra hasta qué punto la cultura mediática y política está sesgada hacia la derecha.
El nacionalismo para ocultar el trumpismo
El trumpismo intenta ocultar sus políticas neoliberales
duras, crueles y que causan tanto daño a las clases populares en EEUU,
utilizando un nacionalismo extremo, racial, hostil y bélico, con el que
se intenta reavivar la Guerra Fría, presentando a China como responsable
de que haya habido tantas muertes por coronavirus en EEUU por haber
retenido información sobre la expansión de la epidemia de coronavirus en
su territorio. De la misma manera, en España los
trumpistas están presentándose como "los auténticos patriotas",
defensores de la libertad, negada por los "social-comunistas" que
obligan a los ciudadanos al confinamiento por su afán autoritario,
detrás del cual se oculta su objetivo de establecer una dictadura. Y en
Catalunya, el nacionalismo extremo también se está utilizando para
ocultar las políticas neoliberales que el gobierno de la Generalitat ha
estado imponiendo. Del "España nos roba" se ha pasado al "España nos
mata", pues se promueve la idea de que la elevada mortalidad en
Catalunya se debe a que no es un Estado independiente. Tal argumento ignora que el
gobierno catalán ha sido el que ha estado aplicando unos de los
recortes más severos en la UE-15. El partido dominante en el gobierno
catalán era CDC, de tradición neoliberal y, como tal, fue responsable de
dichos recortes. Es más, los medios públicos de la Generalitat
–Catalunya Ràdio y TV3- han sido los máximos promotores del
neoliberalismo, siendo su gurú económico un economista asesor
de Davos que ha apoyado la privatización de las pensiones realizada por
el General Pinochet en Chile, cuyo resultado fue un desastre.
Conclusión
Tal y como indicaba en un artículo anterior, hay dos
alternativas para salir de la crisis en España. Una, la de las fuerzas
profundamente conservadoras e incluso reaccionarias, con un nacionalismo
extremo, las cuales desoyen las voces científicas y pretenden, por
cualquier medio, mantener los privilegios que siempre han tenido, y que
consideran España y Catalunya como de su propiedad. Las caceroladas son,
como decía, un síntoma de esta visión. La otra alternativa es la progresista, que va más allá de la
tradicional división entre izquierda y derecha, y que se basa en la
constatación de que la inversión social es fundamental para la
supervivencia de la sociedad y de una economía orientada hacia el bien
común de la población. Su máxima expresión son los aplausos de cada día a
las 8 de la tarde. Estas son, en realidad, las dos alternativas.